¿Qué es la «telepatía»?

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Hace un mes, en estas páginas citamos algunos de los notables resultados alcanzados por el profesor Rhine y su equipo, en la Universidad Duke, a partir de más de cien mil pruebas destinadas a determinar la existencia de la «telepatía» y de la «clarividencia». Estos resultados fueron sintetizados en los dos primeros artículos publicados en la revista Harper's. En el segundo de ellos, que ha sido publicado ahora, su autor, E. H. Wright, intenta sintetizar lo que se ha aprendido, o qué parece razonable inferir, en relación con la exacta naturaleza de estos modos de percepción
«extrasensorial».

Como resultado de los experimentos del profesor Rhine, algunos científicos creen ahora muy probable la existencia de la telepatía y de la clarividencia. A varios perceptores se les pidió que citaran tantas cartas de un mazo como pudieran, sin mirarlas y sin tener acceso sensorial alguno a ellas. Se descubrió a un puñado de hombres y mujeres capaces de reconocer correctamente y con regularidad y tantas cartas que «no había una sola posibilidad entre un millón de millones de que hubiera ocurrido así por casualidad».

¿Pero cómo lo hicieron? Estos poderes, en el supuesto de que existan, no parecen ser sensoriales. No se conoce la existencia de ningún órgano que lo justifique. Los experimentos funcionaron bien no sólo en la misma habitación, sino incluso a distancias de varios centenares de kilómetros. En opinión del señor Wright, estos hechos eliminan también el intento de explicar la telepatía o la clarividencia por medio de cualquier teoría física de la radiación. Todas las formas conocidas de energía radiante disminuyen de forma inversamente proporcional al cuadrado de la distancia recorrida. Pero eso no sucede ni con la telepatía, ni con la clarividencia. No obstante, varían por causas físicas, del mismo modo que nuestros otros poderes mentales. En contra de una opinión muy generalizada, no mejoran cuando el perceptor se halla dormido, o adormecido, sino que, al contrario, aumentan cuanto más despierto y alerta está. Rhine descubrió que un narcótico disminuye el nivel de aciertos de un perceptor, mientras que un estimulante siempre lo aumenta. Al parecer, el perceptor más fiable no puede alcanzar una buena puntuación a menos que intente hacerlo lo mejor que pueda.

Una de las conclusiones a las que Wright llega con cierto margen de confianza es que la telepatía y la clarividencia son un mismo y único don. Es decir, la facultad que permite «ver» un naipe que está boca abajo sobre una mesa parece ser la misma que le permite «leer» el pensamiento que reside en otra mente. Hay varios motivos para creerlo así. Por el momento, por ejemplo, estos dos dones se han descubierto en toda persona que disfruta de uno de ellos. En todas esas personas, ambos dones han sido de un vigor igual y casi exacto. Las pantallas, las paredes, las distancias no tienen el menor efecto sobre ninguno de ellos. A partir de esta conclusión, Wright se atreve a exponer lo que, en su opinión, no es más que un simple «presentimiento», en el sentido de que también otras experiencias extrasensoriales pueden formar parte de la misma facultad, como los sueños proféticos, las premoniciones de desastres y otras facultades similares. Al lector no se le pide que acepte ninguna de estas conclusiones, a menos que le parezca necesario hacerlo, pero las pruebas que Rhine ha recopilado siguen siendo impresionantes.

Piense Y Hágase Rico - Napoleón HillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora