Holden: Serie Walsh #1[✓]

Capítulo treinta y ocho

Greta

Tan pronto el doctor nos dio el visto bueno para sacar a Holden del país, nos marchamos a Irlanda. He sentido muchos temores, no voy a mentir, pero todo lo estamos haciendo por nuestro bienestar. No quiero volver a pasar por un susto como ese, donde la angustia y el miedo de perder a una persona muy importante para mí, latía día a día.

Mi madre cree que vamos de visita a casa de los hermanos de Holden y está muy emocionada, pues conocer infinidad de lugares en el mundo, es lo que más ama en esta vida. Irlanda nunca estuvo en su lista, pero ella dice que no le importa. Por otro lado, no tuve más opción que contarle la verdad a Jana, algo que tomó muy mal e incluso optó cierta distancia de nosotros. No la culpo que esté a la defensiva, si esto no es ningún juego de niños. 

Los primeros días noté en ella gran interés por Maxwell, ahora no le dirige la palabra. Entiendo que esté enojada, confundida y temerosa, yo me siento de la misma manera, pero debemos protegernos todos. Me dolería mucho que le sucediera algo malo. Jana es mi mejor amiga, esa hermana del alma que nunca tuve, así que haría todo por ella.

El viaje a Irlanda fue largo y tuvimos que cambiarnos de avión dos veces. Si fuese ignorante y no supiera quiénes son ellos, preguntaría por qué tanta divina seguridad, pero solo podía permanecer en silencio y pedir a los cielos que nada malo nos sucediera.

No pensé que vivieran en una pequeña isla, por donde tuvimos que atravesar primero por un pequeño pueblo para llegar a ella. Cualquiera diría que el pueblo se encontraba deshabitado, pues pasamos por las calles y no vi a una sola persona por ellas. Las casas parecían desoladas, pero Holden me susurró al oído que todos los lugareños trabajaban para ellos, puesto que varias hectáreas de tierra pertenecían a su familia y allí era donde cultivaban y realizaban todos sus trabajos ilícitos. Había infinidad de cultivos que una extensa malla blanca no me permitía ver. También había enormes bodegas, que despertaba en mí una inmensa curiosidad, más una parte de mí no le gustaría conocer. 

Me sentía como en una serie de narcos, viviendo una experiencia que a nadie le desearía. El miedo de que nos atacaran en cualquier instante latía desenfrenado en mi pecho. Cada vez que nos adentrábamos al espeso bosque, me aferraba de la mano de mi esposo, temiendo por todo lo que pudiera esperarnos unos cuantos pasos más adelante. 

No pude apreciar la belleza de una parte de Irlanda, pues el miedo me tenía presa y la angustia no me permitía contemplar los paisajes. La única que mantenía una sonrisa en los labios y hablaba sin parar de lo hermoso que era este país era mi madre, ajena a todos los peligros que nos rodeaban y del mundo que nos abrazaba poco a poco.  

En el muelle nos subimos en un yate discreto que nos llevó mar adentro. El viaje no fue tan largo, pero cuando llegamos a una isla, me di cuenta de que estábamos en medio de la nada. No sabía qué tan seguro podría ser esto, si era una ventaja para nosotros o, por lo contrario, una desventaja. En el caso de un ataque, ¿a dónde se supone que nos vamos a esconder? O nos matan los enemigos o el mar nos devora por completo. 

La casa quedaba entre la espesura de la vegetación, donde los árboles eran inmensos y cubrían la casa de dos plantas que nos recibió luego de un largo recorrido en auto. La fachada de la casa era de un verde que se camuflaba a la perfección entre la vegetación y los árboles, pero tenía un estilo bastante moderno y sofisticado. Era una casa hermosa y grande, digna de aquellos que poseen gran poder y son muy adinerados. 

Un hombre rubio, alto, de piel morena y de ojos mucho más azules que los míos, nos recibió en la entrada. Su expresión era severa, fría e inquisitiva. Blair e incluso Maxwell tienen un aura peligrosa, pero este hombre en particular daba miedo con solo mirarlo a los ojos. No dijo ni una sola palabra, solo se acercó a Holden y le dio un pequeño golpe en el hombro, siguiendo su camino hacia las escaleras.