Capítulo 12

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Nicolás.
~•~

Me encuentro en un lugar, se me hace familiar pero no estoy muy seguro de estarlo. Había un silencio que llenaba todo el salón. Caminé por un pasillo. A lo largo se podía visualizar algunas personas, murmullos se hicieron presente a lo lejos. No lograba captar muy bien lo que espetaban. Siguiendo la misma dirección, hice una breve pausa. Me parecía oír sollozos provenientes de una habitación. A unos pocos metros, mis ojos dieron con un cuarto. La puerta se encontraba entre abierta, dejando a simple vista una pequeña ranura. Me asomé sigilosamente, y tomé la perilla abriendo la misma. Al ver aquella mujer sentada en un sillón desconsolada, me acerqué rápidamente hacia ella y le dije:

- Madre, ¿Qué... qué pasa? .- mi voz sonó preocupada. El verla llorar me ponía ansioso y despertaba mi inquietud. La vi, tomé asiento a su lado y agarré su mano transmitiendo mi confianza y seguridad.


- Nico... es... tu padre, Arthur. - apenas pudo expresar aquellas palabras de su boca. Su llanto se hizo más fuerte.

Mi cabeza estaba tratando de procesar lo que acababa de decir. La miré desconcertado. Mi mente sólo se preguntaba: ¿Cómo? , ¿Por qué? .

- ¡Está muerto, Nicolás! .- exclamó. Su mirada reflejaba tristeza y dolor. La abracé fuertemente y susurré en su oído. - Todo estará bien, mamá. - dije mientras acariciaba su cabello y la escuchaba romperse con cada sollozo. La escena me partía en dos. Pero el solo imaginar que mi padre ya no estaba, me destrozaba aún más.

Alguien se hizo presente y entró por la puerta principal. Una voz femenina, dulce y tersa pronunció mi nombre. Tenía un tono angélica, y solo el simple hecho de nombrarme, me llenaba de sosiego el alma.

Sabía perfectamente quién era. Al ver su silueta, sonreí.

-Abella... .- la llamé.

Desperté. Aquel sueño me dejó perplejo y dubitativo. Las razones eran claras. El soñar con mi padre, muerto, no era para nada grato .- Sacudí mi cabeza tratando de sacar esa imagen de mi mente.- Suspiré y una pequeña sonrisa ladeada se dibujó en mi boca del solo pensar en "ella".

Esa niñata de cabellera castaña y ojos color marrón. -Su retrato vino a mi pensamiento.- La cual cada vez que la miraba, mi corazón se alteraba.

Debo admitir que me gustaba hacerla enojar, la hacía ver tierna y divertida. Especialmente, cuando frunce su ceño y me lanza una mirada fija y desafiante. En esos momentos, me despierta la curiosidad de unir nuestros labios y sentir lo suave de sus besos, podría jurar que son de esos que te saben a gloria. - Pequeña gruñona. - susurré.

Me quedé viendo el techo de mi habitación, aquella escena dádiva, el día que la encontré sentada frente al lago. Se miraba hermosa. Algunas mechas finas de su cabellera chocaban su rostro. Me pregunté: ¿Qué pasaría por su mente, en ese instante?

Se encontraba pérdida en sus pensamientos, observando detalladamente la vista a su entorno.- Sonreí al contemplar su silueta.- Fue cuando me acerqué y le hablé.

Caminé, en dirección a ella. Al estar a unos metros, me miró. Se levantó de la banca y me regaló una pequeña sonrisa. Correspondí con el mismo gesto mostrando mi dentadura.

Próximo, nuestros cuerpos hicieron contacto. Deposité un breve beso en su mejilla; el tenerla cerca me hacía bien. Su olor a manzana y canela, viajó a mis fosas nasales.- Dios, su aroma era tan exquisito.- me alejé, a continuación dije:

ETERNO AMOR DE MARZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora