Día 1. Adolescentes

322 50 4
                                    

En todas las vidas

Día 1. Adolescentes

Para Lionel Messi aquel chico de cabello rizado rodeado de su grupo de amigos era el mayor gil que se haya topado en su vida.

Estaba harto de que todos en la escuela lo considerarán el mejor, las chicas lo adoraban y deseaban ser parte de su enorme lista de conquistas.

Los amigos que tenía no dejaban de decir que era un gran deportista.

Los maestros no dejaban de decir que era el mejor de sus clases.

Hasta su madre decía que era un chico encantador.

Pero para él, Guillermo Ochoa era el pibe más insufrible del planeta.

Detestaba su cabello rizado y la sonrisa que le arrugaba la comisura de sus ojos.

Detestaba que en los partidos detuviera sus tiros a gol logrando que su equipo perdiera.

Detestaba que en las clases se sentará a su lado y que cuando él quería responder una pregunta el otro le ganaba antes de siquiera tener el valor de responder.

Jamás va a entender como es que fue a dar a esa escuela y que ese tal Guillermo le alterará los nervios tan solo con su presencia.

-Para mi que a vos le gusta.

Ese era su mejor amigo, Sergio al que le apodaban "el Kun".

-¿Qué decís? ¿Cómo me va a gustar ese gil?

-Yo solo digo, estas al pendiente de lo que hace el pibe, vos sabes todo de él, si te molesta tanto tal vez es porque te gusta che.

Lionel Messi bebía de su jugo con una pajilla escuchando lo que le decía su mejor amigo.

No cabía en su mente como alguien que le caía tan mal podría gustarle.

-Solo dices pelotudeces.

-Vos mi amigo aun no se da cuenta de lo que sentís. Deberías hablar con él, tal vez te lleves una sorpresa.

Toda esa semana las palabras de Sergio le daban vueltas en la cabeza.

Y entre más lo pensaba más se le revolvía el estómago del desagrado de ver a Guillermo hasta en la sopa.

Pasaban los días en ese ir y venir de sentimientos que no terminaba de comprender, seguía sintiendo esas mariposas en el estómago qué le revolvían las tripas cada que lo veía venir hacia su asiento.

Un revoltijo en su interior cada que le daba una encantadora sonrisa.

Estaba cansado de sentirse así, por lo que un día decidió dejar de lado su malestar y buscar la razón de porque le desagradaba tanto Guillermo.

Los días en la escuela preparatoria seguían siendo monótonos y aburridos, pero estaba decidido a cambiar las cosas para descubrir por que estaban esas mariposas revoloteando en su estómago, para así dejarlas escapar de debajo su sudadera para que lo dejaran en paz.

Ese día decidió contestarle el saludo a Guillermo el cual siempre le daba los buenos días con una sonrisa a pesar de que Lionel nunca le respondía.

Todo para llevarse una grata sorpresa al ver como sus mejillas se coloreaban de un tenue rosa en su piel morena.

Prestó atención a los gestos que hacia al platicarle de sus amigos en la hora del almuerzo y de como intentaba participar en las clases ya que si obtenía buenas notas alcanzaría a recibir una beca para poder dedicarse al fútbol de lleno.

Fue también muy grato descubrir que su sonrisa era genuina y hacia brillar sus ojos que se hacían chiquitos y le arrugaba los párpados.

Lionel al despedirse de Guillermo se dio cuenta que las mariposas no escaparían de su estómago, revoloteaban con más fuerza indicándole que no era desagrado, porque Guillermo era encantador a su modo y las chicas adoraban eso de los hombres.

Mientras daba media vuelta para tomar el rumbo hacia su casa se rascó la cabeza despeinando su largo cabello castaño y soltó un bufido fastidiado.

En cuanto le contará a Sergio lo que descubrió no dejaría de molestarlo con un palpable "Te lo dije".

Y es que Sergio tenía razón, a Lionel le encantaba Guillermo y esa molestia en su interior era por lo que sentía y no sabía cómo expresarlo. La mejor forma era a base del fastidio ya que deseinteriorba toda su vida con tan solo una mirada.

-¡Leo!

Se detuvo en seco al escucharlo a su espalda, corriendo hacia él.

-Olvidaste tu libro, lo necesitas para la tarea- Guillermo le sonrió extendiendo el pesado libro el cual tomo dándole un ligero gracias.

-Te veo mañana, chaparrito.

Lionel Messi estaba harto de Guillermo Ochoa.

Porque había hecho que su fastidio se convirtiera en un claro amor adolescente.

Todo el camino a casa no pudo dejar de sonrojarse.

Ya que en cuanto le dijo chaparrito las mariposas en el estómago lo hicieron volar...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En Todas Las VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora