Aquella leyenda tan famosa del hilo rojo, algunos piensan que es sólo una historia de fantasía... pero otros creen que esa hermosa leyenda es completamente real.
"¿Cómo se sentirá encontrar a la otra parte de tu hilo rojo?" eso siempre se preguntab...
_____ se había despertado algo tarde (ejem, 1:00 p.m, ejem).
──¿¡Cómo es posible que haya dormido tanto!? ─ exclamó la rubia mientras corría de acá para allá.
──Princesa, cálmese por favor. ─ dijo Diana.
──¡No puedo Diana, tengo que apurarme! ─ dijo _____.
La chica se bañó lo más rápido que pudo, se vistió y se arregló.
──Dime la verdad Diana, ¿me veo bien? ─ preguntó la jóven mientras se miraba en un espejo de cuerpo completo.
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(Outfit de _____)
La chica alcanzó a arreglarse a tiempo, ésta agarró el regalo y empezó a correr hacia la casa del peli-negro mientras estaba siendo seguida por la gatita gris.
Cuando dobló por una vereda, vio cómo un hombre estaba discutiendo con un señor ya mayor. Ésta se percató que la pelea fue porque el anciano chocó con aquel hombre, provocando que se enoje.
──Pobre señor ... Se ve que está pidiendo perdón pero el hombre no lo escucha ... ─ pensó la rubia.
Lo que pasó a continuación fue sorpresivo, aquel hombre estaba a punto de golpear a aquel anciano, pero _____ corrió rápidamente hacía ellos y sin mucho esfuerzo detuvo el puño del hombre con una sola mano, provocando una gran sorpresa en los dos hombres y en algunas personas que estaban pasando por ahí.
──¿Cómo se le ocurre tratar de golpear a este pobre señor? ─ preguntó la oji-negra mientras miraba fijamente a aquel hombre.
──¿Q-Qué? ... ─ murmuró el hombre. _____ apretó más su agarre, haciendo que al hombre le empiece a doler.
──Más le vale pedirle disculpas al señor si no quiere que su próxima y última visita que haga en su vida sea en el hospital. ─ amenazó la chica.
La rubia soltó a aquel hombre y éste empezó a disculparse incontables veces, luego simplemente salió corriendo asustado.
──Señor, ¿se encuentra bien? ─ preguntó la chica.
──Sí ... Muchas gracias jovencita. ─ la vestimenta de aquel hombre era algo extraño, tenía una camisa hawaiana roja.
──No hay de qué señor, ¡tenga una buena tarde! ─ se despidió mientras se iba.
Al llegar a la casa de Marc
La muchacha tocó el timbre y aquel peli-negro le abrió, invitándola a pasar.
──¡Por fin llegas niña! Fuiste la última en llegar. ─ dijo Alya.
──Por un momento pensé que no vendrías. ─ dijo Rosé.
