Part 2 - PELEAS EN LA UNIVERSIDAD

3 0 0
                                    


Soleado y primaveral, como había comenzado septiembre de 1973, fue la mañana del primer lunes del mes. El mar pacífico golpeaba con su belleza y ecos de olas, no tan lejos del hermoso lugar de la costa sur de la ciudad. En uno de los patios de la Universidad del Norte, sostenían animada charla cuatro jóvenes del grupo de extrema derecha, Patria y Libertad, Pilar Errázuriz Echeñique, su prima Erica Echeñique, sus amigas Andrea del Piano y Teresa Castro.

―¡Gansas, llegaron de Santiago unos gallos de Patria y Libertad, que son la muerte en bote!

―No fregís, pus Pili, que a la noche voy a la sede de Patria–, apuntó Teresa Castro.

―¡Créanme, gallas! - agregó Pilar .– Resulta que el próximo viernes las universitarias de oposición, seremos parte de «Las Viudas de Chile», es decir las mujeres que estamos contra el gobierno– Será la «Gran Marcha del Hambre!... Deben sumarse de riguroso luto y se necesitaban refuerzos de machos para que nos protejan de los matones de la UP.

―Se me olvidaba contarles, –agregó Pilar– que anoche, como a las tres de la madrugada, terminó el escrutinio de 5 la Federación de Estudiantes y ganó la presidencia, mijito rico, el Pato Ruiz.

―Enrolla Pili, enrolla no te creo, gansa–, dijo Erica.

―El candidato del PC está con ataque. ―Tu Patito, tiene dueña, - le dijo Andrea del Piano.

―¿Cómo es que se llama la extremista?... ¡Ah, me acordé!... Paulita Rosetti y es más fome que chupar un clavo.

―Yo supe Pili, que en la Juventud Demócrata Cristiana lo llamaron a terreno.

―Si, Teresa, también me lo dijeron, pero debe estar muy enamorado el pobre. La tía no es fea.

―¡Pucha que eres noble, Pili!

―¡No gansas, porque si puedo quitárselo a la Rosetti, lo hago!

Sorpresivamente apareció Patricio Ruiz, 22 años, alto, bien parecido, que vestía en forma elegante y deportiva.

―¿Qué cuentan las fachas?, ustedes cada día más preciosas. ¡Tengo unas ganas de casarme con todas!

―¡Soy material disponible! –Apuntó Teresa. Pilar le dio una mirada de fuego. Enseguida se acercó para felicitarlo, lo besó muy cerca de los labios. Las demás lo abrazaron y besaron en la mejilla.

―¿Contento, Patricio?–, preguntó Erica.

―Más que feliz, chicas... ¡Ha sido un triunfo de la Oposición, rotundo, categórico. El Movimiento Gremialista Universitario, es decir MGU; y la Juventud de la DC han dado una lección a la UP. Ellos se dividieron y fue lo peor.

―¿Crees que resulte la «Marcha del Hambre»?

―A ojos cerrados, Pili. Cada día sufre más la población. Hay familias que ni con la tarjeta de racionamiento JAP pueden comer medianamente. Hay algunos que se las arreglan con té y pan.

―Cuéntanos detalles, por favor! –dijo Pili.

―Por la falta de alimentación y medicamentos, el Comité de las Viudas de Chile, Antofagasta, quiere pedir ayuda internacional por el tema leche y han pensado en la posibilidad de un puente aéreo humanitario de Brasil, Argentina o Bolivia. Es humillante, pero hay vidas que salvar. ¡Cada día me tiene más choreado la Unidad Popular!

―¡Mansa novedad, Pato! –interrumpió Andrea.

―¡Sufro viendo a los niños y ancianos. Este era un país con una democracia simple y republicana, a lo mejor no perfecta, pero un grupo de revolucionarios, no todo el pueblo, quieren convertir esta patria en satélite de la Unión Soviética.

Mientras hablaban, ninguno se dio cuenta que estaban rodeados de oponentes, premunidos de palos y piedras.

―¡Conspirando los fachos de mierda del MGU! ¡Tramposos, les vamos a hacer pedazos el hocico a palos, para que dejen de huevear al gobierno!

―¡Agarren piedras, gallas! –gritó Patricio. Se armó la pelea; otros tres estudiantes, que venían con sus libros bajo el brazo, se unieron al grupo mayoritario de mujeres. La lucha fue dramática, puñetes, pedradas, lucha cuerpo a cuerpo por ambos bandos. Erica fue en busca de ayuda y trajo a más de diez Patria y Libertad, que hicieron escapar a los oponentes, que ahora estaban muy superados en número.

―¡Maricones, peleen como hombres! – gritó eufórica Pilar, que había quedado con la blusa rota y sin un zapato que no apareció. Uno de sus pómulos estaba inflamándose por un golpe de puño. Andrea, también golpeada, se esforzaba en encontrar su reloj, Patricio, que recibió un golpe de un madero, se limpiaba la cabeza que emanaba un poco de sangre.

―¡Quedamos más machucadas que un loco! –dijo Andrea, mientras los demás trataban de reanimar a Teresa, que estaba aturdida. Un estudiante del MGU, que no había intervenido, dijo en forma suficiente:

―¡Si no arrancan, los destrozo!

Patricio y tres heridos más, súbanlo a mi «Fito» –agregó Pilar. –Los llevaré a mi casa. Llamaré al papá al Hospital para que venga a atendernos.

                                                                * * * 

PRISIONERA DE GUERRAWhere stories live. Discover now