Carlos estaba destinado a estar en la vida de Olivia Garavani. El 5 de agosto de 1999 Gabriella Garavani y Reyes Vázquez de Castro estaban dando a luz en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón, en Madrid España.
Gracias a ese suceso, sus madr...
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Madrid, España - agosto 5, 2004
El calendario marcaba 5 de agosto de 2004, eso solo significaba que Olivia y Ana cumplían cinco años. Ambas pequeñas estaban tan emocionadas porque celebrarían sus cumpleaños juntas con una fiesta temática de princesas. Ambas se vestirían de princesas, el pastel sería un castillo y habría juegos inflabas.
Reyes y Gabriella habían decidido que hicieran la fiesta en la casa de los Sainz. El hormigón era el protagonista de la estructura y de las 145 hectáreas que tenían en un urbanismo privado en Madrid. Para Reyes, la felicidad de ver a las niñas juntas era lo más importante en su momento, por lo que cuando Alexander y Gabriella trataron de asumir ciertos gastos de la fiesta Reyes objetó y dijo que era un rotundo no.
Olivia POV
Ana había dicho que sería la fiesta más divertida que podamos tener. Estaba de acuerdo, vendrían todos nuestros amigos de la escuela y jugaríamos toda la tarde. Yo estaba emocionada por vestirme ya, el vestido que había elegido mi mamá para mí era rosado y lleno de mariposas con brillos. Solamente quiero sentirme como cenicienta bailando en la fiesta. Mamá dijo que habría juegos inflables y que el pastel sería un castillo, eso me emocionó aún más.
Creo que lo que más me emocionaba era que al terminar el verano tendría edad para empezar la escuela. Con Ana mirábamos todos los días a sus hermanos irse por las mañanas y venir por las tardes a sentarse a leer y hacer tareas. Yo quería eso, quería aprender a leer los cuentos que mamá me leía antes de dormir. Mi cuento favorito es Cenicienta y quería leerlo todas las noches antes de dormir.
—¿Ya estás lista mi vida?—mi mamá apareció en mi pequeña habitación rosada con una tiara en su mano—Debemos de irnos ya si queremos llegar temprano.
—Ok mami.
—Recuerda que las princesas nunca llegan tarde mi vida.—Mamá recalcó poniendo la tiara sobre mi cabeza.
Papá nos esperó abajo en el auto y ni siquiera sentí el tiempo del recorrido cuando ya estábamos en la casa de Ana. Salí corriendo a la casa al bajar del auto y ver la puerta principal abierta. No me fijé al entrar y cuando me di cuenta ya había chocado con alguien un poco más alto que yo. Caí sobre mi trasero levemente y mi tiara se cayó de mi cabeza.
Al levantar la vista vi a Carlos mirándome preocupado por mi caída.
—Ay, perdóname Livy—me ofreció sus manos, las tomé y me ayudó a levantarme. Me miró a los ojos y luego miró sobre mi cabeza.—Creo que te falta algo.
Carlos se agachó y del piso recogió mi pequeña tiara dorada con brillos y mariposas. Tuvo el pequeño gesto de limpiarla primero con su camisa y luego me la puso sobre la cabeza nuevamente.
