8. habitación 512

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Madrid, España - agosto 18, 2017

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Madrid, España - agosto 18, 2017

Olivia POV

El elevador en el que íbamos se sentía como el mismo infierno, pero en mi mente sabía que al destino que me llevaba era el mismo paraíso.

Cuando llegamos al elevador, Carlos se abalanzó sobre mí y me empujó contra la pared. Antes de que me diera cuenta, me sujetó las dos muñecas con una mano, me las levantó por encima de la cabeza y me inmovilizó contra la pared con sus caderas.

Con la otra mano me agarró del cabello para levantarme la cara y empezar a besarme. Un gemido se escapa de mi boca, lo que le permite aprovechar la ocasión para meter su lengua en mi boca y recorrerla como si fuera a explorar un territorio desconocido.

Estoy indefensa, con las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus caderas inmovilizándome. Siento su erección contra mi vientre y esto hace que mis vellos de la piel se exalten.

—Olivia...te deseo tanto. —murmura entrecortadamente.

No sé si fueron los nervios, pero las palabras no podían ni si quiera formularse en mi mente para que yo pudiera responder.

El ascensor se detuvo, la puerta se abrió y en un abrir y cerrar de ojos me sacó de la caja metálica y recorrimos el pasillo apresuradamente hasta llegar a la habitación 512.

Me late el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo por una gran pendiente. Quería inclinarme y sujetarme las rodillas porque de un momento a otro sentía que estaba a punto de morirme derretida.

Observé como Carlos sacó la tarjeta magnética que le habían entregado en la recepción mientras pedía la habitación.

Cuando logramos entrar, un suave jadeo se escapó cuando Carlos enganchó mis piernas alrededor de su cintura, cerró la puerta de una patada y nos condujo hasta la cama con su respiración tan agitada como la mía.

Cuando Carlos caminó conmigo en brazos hasta el pie de la cama y mis pies tocaron el suelo al bajarme, procedí a quitarle la chaqueta de los hombros mientras él me bajaba la cremallera del vestido. Nuestros movimientos eran frenéticos, casi desesperados, mientras nos quitábamos la ropa. Su camisa. Mi sujetador. Sus pantalones. Se cayeron a tirones, dejando solo nuestras pieles descubiertas.

—Carlos...—dije en jadeo y el se detuvo de un instante a otro.—Esto es lo más lejos que he llegado con un chico, yo...yo nunca he tenido...—no pudo completar si quiera la frase porque la pena invadió mi mente.

—¿Confías en mí?—Carlos me tomó por la barbilla para levantar mi rostro y obligarme a mirarlo directo a esos ojos café que tanto amaba.

1999 | Carlos Sainz fanficWhere stories live. Discover now