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Habías vuelto de las vacaciones, odiando aún más la escuela. No soportabas a los maestros, ni a los alumnos, ni a nadie.
Caminabas por los pasillos escuchando el álbum Evermore de Taylor Swift, tarareabas un poco, mientras buscabas tu casillero con la mirada.
Lo abriste y dejaste tus cosas, aún tatareando. Lo cerraste y continuaste caminando hacia la clase que te tocaba.
Tomas un sorbo del café que compraste antes de entrar y te atragantas al ver a Sadie Sink caminando en dirección contraria a la que tú caminabas, por lo tanto quedaba frente a ti.
Dios Santo.
Estabas hipnotizada con su cabello rojo, que siempre parecía que caía perfectamente en los hombros de Sadie. Con sus ojos azules que brillaban todo el tiempo, asemejándose al mar, con su nariz perfecta, con sus pecas, a las que veías como estrellas, con sus labios rosas y gruesos, con su figura perfecta, y...
Tú obsesión con ella, no era tan buena cuando veías que no eras la única que miraba a Sadie de esa manera.
Chicos y chicas por todos lados, la miraban de la misma manera que tú.
Hipnotizados.
Rodaste los ojos y continuaste caminando hacia tu clase, pasaste a su lado ignorándola, cómo si jamás te imaginaras a ti misma con una de sus grandes camisetas, un moño desordenado y recostada en su cama con ella sobre tu pecho.
Odiabas estar así, enamorada de Sadie Sink cómo todos los demás.
¿Por qué enamorarse debía sentirse cómo volar y luego caer hasta que tus huesos se rompen?
[𝘉𝘶𝘵 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘭𝘪𝘬𝘦 𝘢 𝘨𝘰𝘭𝘥 𝘳𝘶𝘴𝘩]
Mientras caminabas pensabas cómo es que puede existir alguien tan hermosa cómo lo es Sadie Sink, con su cabello perfecto.
Ella es oro y la escuela tiene una fiebre de oro.
Odiabas imaginarte a ti y a ella cenando y discutiendo en juego por alguna serie tonta.
Odiabas imaginarte a ti y a ella bailando en una ciudad desconocida de noche, mientras alguien las observaba y pensaba en ustedes cómo el amor más puro.
Odiabas imaginarte a ti y a ella manchándose la cara con harina mientras cocinan.
Odiabas imaginarte a ti y a ella compartiendo corazón, alma, cuerpo y hogar.
Odiabas que todo el mundo se imaginara lo mismo que tú con Sadie.
Definitivamente no te gusta ser parte de la fiebre de oro.
Amabas imaginarte esas cosas, cada día planeando cómo te acercarías a Sadie para pedir una cita, y luego estarían juntas y tus sueños se harían realidad.
Y luego, tres chicas miraron a Sadie descaradamente sonrojadas y de repente tus ganas de seguir mirando a Sadie se esfumaron.
Jamás estarás recargada en el marco de la puerta con una de sus grandes camisetas.
Jamás se mancharán la cara de harina mientras cocinan.
Jamás bailarían en la ciudad y nadie pensaría en ustedes cómo el amor más puro.
Jamás cenarán y discutirán en juego por una serie tonta.
Jamás estará recostada en tu pecho.
Sus preciosos ojos no van a mirarte jamás.
Nunca podrían estar juntas.
No te gusta la fiebre del oro.
a/n estoy de vueltaaa, este es un capítulo que escribí hace bastante, prometo que los siguientes son mejores Voten y comenten por favor
