6

81 3 0
                                    

Sienna

Enero 2021

Cada día me iba encontrando un poco mejor. En mi casa los objetos puntiagudos no estaban permitidos aún, y aún me vigilaban, aunque dejé de hacerme daño físico hace mucho tiempo. La psicóloga me había ayudado mucho con eso y seguía con depresión, pero lo sabía llevar mejor. Había días que tenía bajones muy grandes, pero otros que sonreía y era feliz. Y cuando menos me lo esperé, tocaron la puerta. Con pereza, me puse una camiseta larga y fui a abrir. Me encontré con la sonrisa que vi tantas veces durante un mes en el hospital.

–Sorpresa.

–Buenos días –me pasé las manos por la cara.

–¿Cómo estás?

–Espera que acabe de despertarme y te digo –sonreí levemente y le dejé pasar. Mi familia dormía aún.

–Creo que he llegado demasiado pronto.

–No importa. ¿Café?

–Por favor… –asiente.

Nos preparé dos cafés y cuando estuvieron le pasé la taza. Taza que era de su escudería.

–¿McLaren? –se ríe.

–Cosas de mi padre –me encojo de hombros–. Yo soy más de Fernando Alonso.

–Española tenías que ser. Apóyame a mi, hombre –hizo un puchero.

–Shhh, picado.

–Creo que es una de las mejores escuderías en la que he estado después de Red Bull. Me tratan bien.

–Me alegro mucho.

–¿Has mejorado? –sus ojos marrones se clavaron en los míos.

–Se supone que un poco, aunque hay días que tengo bajones existenciales. Ayer tuve un ataque de ansiedad muy fuerte. Creí que me ahogaba.

–Oh… He tenido de esos –lo miré.

–Ya, bueno…

–Es lo peor, lo siento por ti…

–Nah, tranquilo, cosas peores he pasado, ya sabes…

–Prefiero no pensar en ello, lo paso mal…

–Ya, obviamente. Aún no me dejan utilizar los cuchillos. Y para depilarme tengo que usar la cera –suspiré.

–Buscan lo mejor para ti.

–Ya, ya. Esta noche voy a salir de fiesta.

–Guay, ¿a dónde? –sonríe.

–Pues por aquí, con mi mejor amiga.

–Genial.

–Sí.

–Yo supongo que me iré a un hotel o algo. Por un mes no me renta mucho, la verdad.

–¿Vas a estar en Galicia un mes?

–Hay vacaciones, y no me apetece quedarme donde siempre.

–Quédate aquí entonces.

–¿Seguro? No voy a ir de gorrón…

–Que va.

–Bueno, acepto –sonrió–. Te mandé millones de mensajes que todavía no has respondido.

–Llevo sin tocar el móvil desde esa única vez que hablamos.

–Ah.

Me encojo de hombros.

volver a verte [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora