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Sienna

–Amor –le susurré de madrugada al haber roto aguas.

–Quéééé…

–He roto aguas.

–... no –se irguió de golpe.

Me senté en la cama y me toqué la barriga. Estaba con contracciones.

–¿Estás bien?

–¡PUES NO, GILIPOLLAS! ¡¿Tú crees que estoy bien sabiendo que un bicho que es el triple de grande de mi coño quiere salir?! ¡¡Pues no lo estoy, subnormal!! –grité.

–... vale. Jo-der –por suerte él se había estado informando de lo que tenía que hacer.

Unas cuantas horas después, doloridas, sudor y lágrimas, ya teníamos a Quinn con nosotros. Era preciosa. Daniel no dejaba de llorar cada vez que la miraba, cuando se la di para que la sujetara él intentó dejar de llorar y sonreír. Nuestros padres estaban ahí con nosotros, felices de tener a su nieta.

–Es preciosa.

–Mucho –le sonreí.

–El segundo amor de mi vida.

Todos sonreímos. No pasó mucho tiempo hasta que vinieron los chicos a vernos.

–¿Dónde está mi sobrina? –pregunta Lando sonriendo, apareciendo por la puerta.

–¿Y quién ha dicho que tú seas el tío? –se mete Max.

–No discutais.

–Los dos lo sois, ala –soltó mi marido.

–Me voy a poner a llorar –soltó Lando.

–Lloramos juntos.

–Ven aquí –Max la cogió delicadamente en brazos, le brillaban los ojos al verla. Le encantaban los niños. Este chico es un amor–. Es igualita a ti –me miró.

–Ya sabemos quién es el feo entonces –dijo Lando.

–¿Ves esto? Métetelo por el culo –dice Daniel sacando el dedo de enmedio.

–Oh, yes daddy.

–Por dios… –rodé los ojos.

–Dais asco –las caras de Max valían oro.

–A todo esto, ¿y los demás?

–Vendrán en otro momento, no os vamos a agobiar.

–Ya que vengan a casa, nos vamos mañana de aquí.

Asintieron, Lando le pidió la niña a Max, pero él se negaba rotundamente a dársela. Iban a ser unos buenos tíos y esta niña iba a recibir amor de todos lados viniendo de quien viene.

–No que la alteras.

–Damelaaaa –lloriqueaba el inglés.

–No es un juguete.

–Lo sabemos, pero ha estado todo el rato con ella y yo también quiero cogerla.

–¿No ves que está tranquila? Déjala, coño.

Tras una tarde con los chicos todo el día encima de la bebé, se fueron dejándonos solos a mi marido, a mi hija y a mí. La miraba ensimismado, se quedaba totalmente absorto.

–Estás embobado.

–... ¿qué? –me mira.

Sonreí. Me volvía loca. Él también sonríe.

–He cumplido todo lo que quería, y a tu lado…

–Sí –estiré el brazo hacia él.

–Te amo –besó el dorso de mi mano. Sonreí. Con él cumplí todos mis sueños–. Espero que sea una niña de papi, porque la voy a mimar más que a nada.

volver a verte [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora