9. Fearless (1a parte)

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No hay ningún gran secreto. Soportas lo insoportable, y resistes. Eso es todo. 
(Princesa mecánica, de Cassandra Clare)


FEARLESS.

Fearless, según el diccionario, tenía varias acepciones. Podía traducirse literalmente como "sin miedo", pero también funcionaba como un adjetivo para describir a alguien valiente, intrépido, audaz, arriesgado...

Todo lo que él no era.

Derek se llevó la mano a la frente y suspiró. Miró de nuevo el logo del servidor. Rojo porque –según decía la descripción– este color significa calor, pasión y valentía. Y escrito en él, con una letra muy simple, una única palabra: FEARLESS.

Derek había entrado a todas las plataformas que su terapeuta le había recomendado y, después de entrar a todas, estaba convencido de que Fearless era la indicada para él.

«Bienvenido seas al universo de FEARLESS –podía leerse y escucharse–, el sitio perfecto para que enfrentes y venzas poco a poco tus miedos. No será fácil; pero créeme que, tarde o temprano, verás que tampoco era imposible. Quizá ahora mismo pienses que eres un cobarde por temer, que no eres nada valiente... Pero estás equivocado, ya estás aquí, has dado el primer paso que siempre es el más difícil, así que claro que lo eres. Eres muy valiente, no sólo un poco. Nunca olvides que lo imposible es también un posible que sólo cuesta un poco más.»

Derek limpió rápidamente una lágrima que escapó de su ojo izquierdo y recordó, sin venir a cuento, que en algún lugar había leído que cuando la lágrima cae del ojo izquierdo es de tristeza, mientras que las del derecho son de felicidad.

No tenía idea si eso era cierto o no, pero ahí estaba él llorando sin atreverse a entrar al servidor.

Había ahí un puñado de opciones para los miedos de los usuarios: agua, animales, volar, sangre, agujas, arañas, gérmenes, océano, ratas, serpientes, la muerte, las alturas, espacios cerrados, tormentas, payasos, luz, viento... Y la lista seguía y seguía. Incluía también cosas absurdas como el queso, los agujeros, ¡el Papa!, el número 666, las palabras largas y otras cosas ridículas que Derek se sintió un poco mal por juzgar, pero no pudo evitarlo.

Y ahí, en la opción 45, estaba la que el necesitaba cliquear: contacto físico. Hafefobia.

Su corazón dio un salto y sintió que empezaba a sudar sólo de pensar en tocar a alguien más o permitir que lo tocaran. Y eso era lo peor, ¿sabes? Que deseaba, anhelaba, el contacto físico, realmente lo necesitaba, pero eso no evitaba el maldito miedo. Lo que sólo creaba contradicciones en sus emociones y lo hacía sentirse todavía más mal.

Volvió a restregarse el rostro, sin cuidado alguno –casi como si quisiera castigarse físicamente él mismo– y por fin dio clic a la opción de "Crear perfil". No pedía tantos datos: sólo su edad, nombre completo, fobia (aunque eso era obvio, pero bueno), el centro o psicólogo que le había recomendado este tipo de terapia, el número telefónico de la persona responsable de él (en caso de emergencia) y añadía al final dos opciones: acompañante aleatorio o contacto personal. Para cada una de las fobias habría alguien real al otro lado de la pantalla acompañándote en todo momento, no eran simples programaciones; pero tú podías elegir si era un desconocido o un conocido quien recorrería este tortuoso camino contigo.

La mano de Derek se congeló en el cursor, antes de seleccionar alguna de las dos. Sus ojos se cerraron cuando el recuerdo del día anterior volvió:


Fearless Love (Amor sin miedo)Where stories live. Discover now