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Alexis:

—¡Princesa, princesa!

Me volteo hacia la niña que corre a mi lado, tiene una corona echa por ramas y flores en las manos, hay tres niñas más detrás de ella y hace un gesto queriendo ponérmela.

—¿Es para mí?

Asiente con la cabeza.

Los niños con los que estaba se acercan a la niña y me dejo poner la corona que hicieron para mí.

—¿Me veo bien?

—Como una reina.

—Princesa Alexandra. —Interviene uno de los tantos adultos que nos observa, entre ellos un hombre. —Si tiene tiempo de escuchar a los niños... ¿Podría tenerlo para acudir a nuestras quejas?

La sonrisa se me borra y dos o tres personas más lo apoyan, mientras algunos otros les piden que esperen y es mi momento con los niños

Mis doncellas se ponen en alerta.

—Solo digo que merecemos ser escuchados en lugar de verla perder el tiempo con algo que no aporta...

—¿No aportan nada? —Le pregunto al hombre y miro a los demás. —¿No son ellos el futuro de este pueblo, de mi reino?

Intercambian miradas cuestionándose.

—No tengo porque ignorar las dudas y deseos de los niños, menos sus propósitos. —Les respondo. —Un niño merece ser escuchado tanto como usted, caballero.

Me dirijo al hombre.

—Aquí todos en Arcaría son importantes para mí, no pienso negarle la atención a ninguno.

—Princesa, tal vez ya deberíamos volver. —Me pide Marianne acercándose a mí.

—Aun no. —Ordeno.



(***)



Las rejas de metal que mantienen atrapado al palacio se abren e ingreso en la yegua, la cual no deja de correr hasta que estamos frente al palacio, reconozco ambas figuras antes de que pare y me bajo de la yegua, acercándome a las dos personas.

Es nana y ...

—Grace.

—Princesa.

Hace una reverencia y mi mirada se dirige a su vientre, aun no se le nota, mis tres doncellas llegan agotadas en sus caballos y si fuera por ellas, preferirían usar el carruaje, sin embargo, si quiero ganarme la confianza y respeto del pueblo, voy a ser yo misma.

La misma que se colgaba de esas enredaderas para escapar del palacio.

—¿Porq..

—Su hermano está aquí, princesa. —Menciona Nana.



(***)



—No es necesario una reverencia, Gael. —Le menciono a mi hermano, quien levanta la mirada, pero no deja de inclinarse.

Luego de unos segundos me hace caso. —Eres la reina, claro que lo debo.

—Aún no ha sido mi coronación. —Le recuerdo.

Huyendo de la Corona (#3 Amores en la Realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora