Capítulo 32.

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Inglaterra.

Y bien, ¿Qué quieres comer? — preguntó el mayor, mientras veía al menor de reojo. — No puedes comer carne otra vez.

Alcanzó a decir antes de que Luffy hiperactivo gritara "carne" a los cinco vientos.

— Naaaah, ¡Torao! — hizo un puchero, asimismo, veía al ojeroso.

Trafalgar sólo accedió a hacer un ademán con su mano en reversa, dándole a entender al monito que se retirara de la cocina.

— ¡Dentado! ¿Dónde tienes la carne? — saltó Luffy al sofá sacando al pelirrojo de su trance.

— Oye, maldito, el sofá me costó siete bandejas de huevos. — escupió molesto por los malos modales del chico.

Estos yacían en la casa del pelirrojo porque se encontraban en medio de una investigación o una mini "excursión al pasado".

— Debería irme a mi casa. — soltó el de pelos negros, bufando en el sofá.

— Enserio, ¿Qué vió Trafalgar en ti? — negó con su cabeza, entrelazándose mutuamente los antebrazos.

El atacado, sólo sacó su lengua al exterior en forma de burla, imitando la acción de éste, únicamente para molestarle más.

— Kid, ¿Tienes lo que te pedí?

Apareció Law con un sándwich de carne para su compañero glotón, sentándose a su lado luego de eso.

— Claro que sí. Como dice aquí... — extendió las hojas hasta el moreno. — Está Londres, es un hotel de poco lujo, cerca del rio.

El hombre leyó cada una de las palabras en la hoja, absorbiendo la información, para luego crear su plan, que lo llevarían a su primer objetivo.

Encontrar a Sanji.

— Iremos en dos semanas a visitarlo, por ahora, estoy pensando en que haremos luego de eso. — estresado, suspiró.

— Torao, ¿Cuándo iremos a casa? — cuestionó mientras se trataba de no atragantar con un pedazo de pan en su garganta.

— Supongo que mañana... Ahora. — algo se prendió en su cabeza, abriendo sus ojos en forma de »O«. — Kid, arregla tus cosas, irás con nosotros.

El nombrado lo miró con desagrado, sin embargo, igual se levantó, sin antes de darle una mirada asesina.

— No eres mi mamá, cabrón. — finalmente, se fue a su habitación para arreglar todo lo necesario.

Los dos días que se habían quedado en el hogar del pelirrojo, el ojeroso pudo entender un poco más al chico a su lado, y más su estado mental, que era fatal en todos los sentidos. Era como si le faltara conciencia, a este punto, creía que no tenía ningún remedio o arreglo, pero aún tenía esperanzas que sí.

Este cambiaba de actitudes cada cinco minutos, tiene hambre y no, llora sin razón y ríe sin razón, tiene comportamientos cuestionables respecto a la morbosidad y una manera muy sádica de ver las cosas, no obstante, las veces que pudo verlo como era realmente, se había dado cuenta que el sol aún brillaba en su interior, o eso creía Law base su amor.

Cafuné. - Lawlu.Where stories live. Discover now