Capítulo XXII: Felicidades a nosotros

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— Esto no es lo acordado —lo sabía. Sabía que Namjoon le reclamaría ahora por cada detalle y cada detalle en este momento solo eran los cheques. Alejó su vista del computador y lo observó un segundo, estaba muy equivocado si esta vez iba a intimidarla como aquella vez que la descubrió besando a Mina. Regla número 1 de su trabajo: Conmigo empieza esto, le dijo él, y ni yo voy a detenerte en tus pasos— ¡Esto no es ni la mitad de la mitad de toda la mitad de este maldito trabajo! ¿Quieres verme la cara de idiota, Chaeyoung?

— Eso es lo único que logré, Namjoon. Tienes que entender que esta gente es inteligente, no se trata de unos simples empresarios infieles a los que podíamos sobornar.

— ¿Inteligentes? ¡Inteligentes! ¿Taehyung lo es?

— Mark Lee es el objetivo ¿o crees que esos treinta mil los liberó él? No podré mejorar si estás presionándome a cada instante.

— Una semana, Chaeyoung, una semana y los cinco meses se cumplirán. Quiero algo grande para ese entonces ¿o te piensas tardar el resto de tu vida en esto?

— No podré quitarle más en siete días o menos ¡me acaba de dar ese cheque ayer mismo!

— ¡Te haz tardado cinco meses solo en un miserable dinero con el que no pago ni mi gasolina! ¿Es que acaso estás jugando? ¿Esta era tu manera de irte del negocio? Porque lo estás haciendo de una manera catastrófica en la que nadie te recordará cuando pase el tiempo.

— No tienes porque ser tan cruel, solo estoy haciendo esto a paso lento y seguro.

— Oh ¿estoy siendo cruel? —ironizó él, golpeando sus manos sobre el escritorio— ¿tienes sentimientos ahora? ¿Vas a llorar cuando eche a Myoui entonces? ¿Y cuándo me deshaga de los niños?

— No vas a hacer nada con ellos —murmuró Chaeyoung entre dientes.

— Entonces muévete y haz las cosas como deben ser.

— Tú no entiendes —dijo la castaña, deteniéndole el paso antes de llegar a la puerta— hay alguien que nos dificulta las cosas. Te he hablado de Somi, es un obstáculo en ciertos puntos.

— Entonces trabaja por los puntos en que no es un obstáculo —replicó él con obviedad.

— Aún no los he encontrado.

— Pues encuéntralos y acelera las cosas. Esto no es un juego, Chaeyoung.

— ¡Ya lo sé!

— ¡Pues no pareciera!

No estás comportándote como aquel padre que me introdujo a esto. Estás alejándote de esa imagen y te estás llevando mi respeto a cada paso, Namjoon.

— El problema no soy yo, Chaeyoung — aseguró él abriendo la puerta— el problema eres tú y tu repentino cambio en este trabajo. Creí que ibas a hacerme sentir orgulloso como todas las otras veces terminó y ésta vez la suavidad de su voz acompañó al cerrar.

Chaeyoung se echó contra la silla y alzó su cabeza, cerrando un momento los ojos e intentando pensar.

Sí, reconocía su cambio y más aún su mal genio ahora con Namjoon, el tipo que era como su padre porque la relación nunca se vió forzada; había sido algo natural el cariño generado entre ambos.

Pero ahora estaba trabajando y rodeada de dos niños, él se debería haber anticipado a que algo así sucedería. Sobre todo por Beom-gyu, el niño tan dulce como seguro al igual que Mina. Y entre ambos le producían aquella sensación familiar que nunca antes había experimentado.

Con Olivia las cosas eran un poco más difíciles; la niña era más independiente y a ella le recordaba sus años apenas comenzó en el negocio. Por lo tanto solo necesitaba un poco más de presión de su parte y algo de soltura en Somi para que la relación comience a forjarse.

reglas de oro ; 𝗺𝗶𝗰𝗵𝗮𝗲𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora