Bonus: Día 8

2.2K 188 135
                                    

Satoru panadero, Suguru cliente frecuente.
Universo alternativo, sin hechicería.

El reloj de pared marca las nueve de la mañana y Suguru sabe que ya está aquí su momento favorito del día

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


El reloj de pared marca las nueve de la mañana y Suguru sabe que ya está aquí su momento favorito del día.

Se levanta en un rápido movimiento del sillón de eco cuero desgastado y corre hacia la habitación de su compañera de piso, subiéndose sobre la cama y agitándola con suavidad para despertarla.

— Shoko, levántate. ¡En cualquier momento llega! — su voz suena con emoción y nerviosismo, a la par que acaricia gentilmente el castaño cabello de la joven.

Ieiri se queja, aferrándose más a la almohada que está asfixiando con sus delgados brazos. Se hunde en las sábanas, escondiéndose e ignorando las sacudidas de Suguru.

— Me tienes harta con este jueguito, ¿por qué no simplemente abres tú la puerta? Es solo el panadero de la esquina, no te va a comer.

— Ya hemos hablado de esto muchas veces.

Getou Suguru tiene un profundo crush en un muchacho que trabaja en la panadería "Kurozatō". La primera vez que lo vio fue por mera coincidencia, pasaba por la esquina un día que iba demasiado tarde a la Universidad y decidió comprarse el desayuno. En cuanto entró a la tienda lo recibió un guapo joven de pelo blanco, ojos tan celestes como mil vitrales, labios gruesos y brillantes; un bonito delantal de gatitos se aferraba a su cintura y su ropa y rostro estaban sucios con harina.

El apuesto hombre lo atendió bastante bien, omitiendo sus comentarios egocéntricos y chistes burlescos, incluso se atreve a decir que le coqueteó un poco, pero después de contarle a Shoko, quien solía comprar pasteles con frecuencia, ella le dijo que solía tener una personalidad bastante histriónica, extrovertida y seductora; no es como que hubiese sido tratado de una forma especial.

Desde ese día se obsesionó de una manera insana, hasta el punto de pedir todos los jueves el mismo tipo de pan a domicilio; el problema es que no se atrevía a abrirle la puerta, le daba tanta vergüenza dar la cara, porque sabía que lo que hacía era un poco turbio y extraño.

¿Qué diría el bonito muchacho si supiera que solo compra pan para espiarlo por la ventana mientras Shoko se lo recibe?

— Ridículo, si no te atreves a hacer algo se te irá la oportunidad. — Shoko suspiró, cansada de ser siempre la involucrada en los planes melosos de Suguru.

Todos los jueves a las nueve de la mañana el panadero salía a repartir el pan en una especie de carrito, tocando dos veces la bocina para avisar que había comenzado su misión de recorrer la cuadra repartiendo los pedidos. Suguru había aprendido con el paso de las semanas que trabajaba los martes, jueves y sábados; pero solo este día salía a entregar los encargos de la cuadra.

— Es que no me entiendes, de verdad-

— Sí, sí; que si se entera de que pides obsesivamente todos los jueves tres ciabattas y dos baguettes se va a aterrorizar. ¡Eres un idiota!

❝SatoSuguFluffWeek 2023❞Where stories live. Discover now