Descubierto

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El antiguo reloj del viejo señor Brown marcaba las 12 en punto, causando un sonido estruendoso por toda la solitaria y lujosa casa de los Browns. Nadie vivía más ahí, la señora Brown había muerto hace años y los hijos Brows habían crecido y hecho su vida, el único que se mantenía viviendo en esa casa era el viejo Brown, un viejo muggle exentico cascarrabias.

El reloj resonó nuevamente como si quisiera que por toda la casa y pueblo notaran su presencia. Por los pasillos y los cuartos se escuchaba el resonar del reloj.

En un cuarto alejado de todo un señor mayor de edad con pelo canoso y una gran cantidad de arrugas se refugia en un rincón del cuarto pidiendo piedad. Él no había querido hacer enojar a ese niño, todo había sido culpa del chico, el chico traía ropas extrañas y estaba cubierto de mugre y por su culpa Brown había terminado manchado con la suciedad y gérmenes del chico cuando este extraño niñato lo hizo tropezar.

Brown sabía que había hecho mal en gritarle al niño y querer molerlo a golpes, pero nunca pensó que ese niño resultaría ser el mismísimo hijo del demonio en persona y todo le saldría del revés.

El reloj continuo con su sonar como si se hubiera quedado en un bucle donde solo marcaba las 12, una y otra vez, sonando atronador por todo el lugar como si aumentara su volumen con cada retumbar.

Brown se llevo las manos a las orejas intentando amortiguar el ruido pero entonces recordó con claridad en su cabeza la voz y palabras del chico "Hoy no estoy de humor, así que espero que hayas disfrutado tu ultimo día asqueroso muggle de mierda" Brown ni siquiera sabía que era un muggle, pero sin lugar a dudas Brown no necesitaba saber que significaba esa palabra para saber que el chico era peligroso y que ese niño no era un niño humano cualquiera, ya que no cualquier niño lo hubiera hecho caer de rodillas y sin aliento con solo una mirada como si todo fuera arte de magia.

El reloj sonó nuevamente, una, dos y tres veces antes de callarse por completo. Brown bajo sus manos de sus oídos pero antes de que Brown pudiera siquiera respirar el ruido de un jarrón hacerse trizas hizo que su estomago diera un vuelco. Instintivamente, Brown se encogió en su sitio asustado y al ver que no pasaba nada se animo a mirar hacía donde había caído el jarrón, pero tan pronto como lo hizo Brown se arrepintió al ver frente a el un hermoso gato negro con un par de brillantes ojos verdes esmeralda que lo miraban con diversión.

De inmediato, Brown reconoció esos ojos verdes y asustado camino hacia atrás pero antes de poder salir huyendo sus pies se enredaron y termino por caer de bruces en el suelo.

Brown vio la sombra del gato acercarse a el y el pobre hombre vio cómo la sombra poco a poco comenzó a tomar una forma humana.

Asustado, el viejo levantó la vista y ahí estaba, ese chico de ojos verdes y cabellera negra, ese mismo con el que había chocado en el mercado hace unas horas, ahí estaba el chico que había intentado golpear pero había fallado y en su lugar el chico lo había derribado de forma misteriosa.

Como pudo Brown retrocedió en el suelo asustado.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tan asustado de un niño "pobre y mugriento"?— dijo la divertida voz del chico, mientras el hombre intentaba levantarse del suelo pero algo andaba mal, sus piernas no le respondían ¿Qué estaba pasando?

—Oh ¿Qué pasa? ¿Olvidaste cómo caminar?— dijo la voz del chico con una sonrisa altanera y Brown lo supo, Brown sabía que el que no pudiera mover más sus piernas era por culpa de ese chico, no sabía como lo había hecho pero era culpa de esa criatura, todo era culpa de ese chico que lo miraba tan divertido como si fuera un gato jugando con su comida.

Hijo de la obscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora