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Voldemort se paseaba de un lado a otro por las mazmorras, necesitaba hechizar algo, lo que fuera.

El Lord estaba furioso, su plan de infiltración había fallado y ahora uno de sus mejores y más leales mortífagos se encontraba en las manos del ministerio y la profecía seguía sin ser suya.

Voldemort paró frente a una celda, la abrió con magia no verbal y tomó de los pelos a una joven muggle.

—Hoy es tu día de suerte asquerosa muggle— soltó el Lord antes de lanzarla al suelo y acto seguido lanzarle un crucius a la chica deleitándose con sus gritos.

El Lord agitó su varita una y otra vez contra la joven hasta que esta estaba a una maldición de morir.

No era suficiente, necesitaba a alguien más para descargar su furia.

Pero antes de que pudiera seguir unos pasos lo hicieron girarse y furioso el Lord apuntó su varita contra la personas que interrumpía su diversión.

Harry miro a su padre apuntarle y sin inmutarse hablo con una voz tranquila.

—Escuché que Barty fue atrapado y vine cuanto antes. Espero tus órdenes Padre— añadió Harry haciendo una reverencia y el Lord lo miro furioso antes de girarse hacia la muggle en el piso y lanzarle una maldición cortante que acabo con la vida de la mujer.

—¿Acaso eres un bobo Gryffindor?— escupió el Lord y Harry apretó su puño molesto.

—No soy un Gryffindor— soltó entre dientes el moreno ofendido.

—Claro que lo eres por decir esa tontería, ¿crees que arriesgaré a mi heredero por un solo mortífago?— soltó furioso Voldemort y Harry frunció el ceño.

—Yo puedo con esto, déjame hacerlo Padre.

Realmente había mil razones por las que Voldemort no quería que Harry fuera a una misión como esa, pero la principal era que no quería que Harry supiera sobre la profecía. A demás de que el Lord sabía que probablemente el ministerio buscaría usar a Barty como carnada para atraer a cualquier mortífago y ganar una ventaja en esa guerra. Rescatar a Barty era lanzarse directo a las garras de los aurores.

—No podemos hacer nada, Barty es leal así que no hablará— concluyó el Lord caminando en busca de otro muggle con el que desquitarse y Harry lo siguió por detrás.

—Justamente por eso debemos salvarlo, Barty moriría antes de hablar y perderemos a nuestro mortifago más leal— soltó Harry molesto. Odiaba admitirlo pero estaba preocupado por Barty y aunque este siempre lo molestara Harry se había acostumbrado a su presencia y perderlo sería una baja dura para el lado del Lord, Barty era un excelente mortifago y sobretodo tan leal como perro y eso era algo muy difícil de conseguir en tiempos de guerra.

—Ya te dije que es imposible,  Barty está en manos del ministerio bajo máxima seguridad con hechizos anti aparición puestos por expertos, le darán el beso del dementor antes de que alguien logre siquiera entrar Harry, cualquier mortífago que entre ahí no saldrá vivo.

—Pero yo no soy un mortífago, soy tu heredero, me has entrenado durante toda mi vida, puedo hacerlo— dijo firmemente el moreno antes de recibir una fuerte cachetada de parte de su Padre.

—¡He dicho que no! ¡Y es mi última palabra!— soltó el Lord y Harry se quedó en su lugar quieto, era la primera vez que su padre lo golpeaba, no era algo demasiado escandaloso pero Harry mentiría si dijera que no le dolió.

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Harry llego al salón de entrenamiento y furioso azoto la puerta tras de sí y comenzó a hechizar el maniquí frente de él.

Hijo de la obscuridadOù les histoires vivent. Découvrez maintenant