Contienda con los hijos

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La joven Woodgate yacía acurrucada en la cama, inmersa en un llanto inconsolable. Sentado al borde del colchón, Alan Wilson le acariciaba suavemente la espalda. De sus labios brotaban palabras de aliento. La inesperada aparición de Ellery lo forzó a apartarse de Elizabeth.

—Qué hace aquí.

A sus ojos retornó una emoción glacial.

—No vengo a usurpar su puesto, si es lo que le preocupa —dijo Ellery con un aire de inocente descaro—. Sé que es un duro golpe para Elizabeth, pero es necesario que hable con ella. No me importa que esté usted presente. No deseo entrometerme...

—¿Es preciso que sea ahora mismo? ¿Es que no ve cómo está?

—Desea que esta situación se resuelva lo antes posible, ¿verdad? Pues cállese —espetó. Dio unos pasos hacia la cama.

Suspiró compungido y miró con cariño a la joven.

—Vamos, vamos, te ayudaré a incorporarte —le susurró.

—Oh, Ellery —masculló al salir de la reclusión mental en la que reproducía con espanto el cuerpo sin cabeza de su padre. Se percató de la indumentaria mojada que encharcaba el suelo de su habitación—. Está empapado. Por favor, Alan, tráele una camisa seca de la habitación de mi hermano.

—Pero Elizabeth, no quiero que te quedes sola...

—Estoy bien —le interrumpió—. Por favor.

Alan asintió, resignado. Franqueó a Ellery sin dirigirle la mirada y cerró la puerta tras él.

—Siento de veras la muerte de su padre, Elizabeth —comenzó—. Pero he de hacerle unas preguntas.

—Aún estoy en shock... —Su rostro emblanqueció con el recordatorio del yelmo que había tenido entre sus manos—. Haré lo que sea por ayudar.

Los ojos de Elizabeth se empañaron de dolor.

—Le agradezco su colaboración. —Tomó una silla de uno de los laterales de la habitación y se sentó frente a la cama—. Dígame, ¿sabe de alguien de la fiesta que no se entendiera últimamente con su padre?

—¿De los invitados? ¿Cree que ha podido ser alguno de ellos? ¡Dios mío...! —Se tapó la boca—. Yo... no... no estoy segura. No los conozco a todos.

—Trate de recordar. Cualquier situación que haya presenciado, que mencionaran en alguna conversación o que haya escuchado podría ser importante.

Elizabeth quedó pensativa.

—Verá... —Se incorporó un poco más, alisándose el vestido arrugado—. Recuerdo una discusión con uno de sus asociados, Dexter Brown. Fue en una de las cenas familiares en Nueva York. Se retiraron al despacho al poco de terminar. Me dirigía a mi dormitorio cuando oí unos gritos en el interior. Sé que no hice bien, pero me extrañó que alzaran la voz de esa manera. Tampoco llegué a entender mucho, pero sí mencionaban algo sobre una cantidad de dinero que el señor Brown debía a mi padre. Unos cincuenta mil dólares, si no recuerdo mal. —Unió las manos en el vestido. Un escalofrío sacudió su delgado cuerpo—. Mi padre estaba enfurecido. Pero no puedo decirle el motivo de la transacción. No sé nada de ello.

—Bien, es un punto por donde empezar a investigar. ¿Alguien más?

—Pues... El padre de Susan, el señor Byrne. Hace un tiempo que noto tirantez en la relación con mi padre. No le he dado muchas vueltas, pero ahora... Me da que pensar. Siempre han sido uña y carne.

—Muy observadora —trató de que siguiera hablando—. Adelante, la escucho.

—Deje que piense... Quizá Olivia sintiera rencor hacia mi padre.

Ellery Queen: El misterio de la noche de Halloween #PGP2024Where stories live. Discover now