Capitulo 1 - El nacimiento de una estrella flamigera

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Con la velocidad de un parpadeo, fue así como un gran continente desaparecía en las llamas de una gran explosión que arrasó todo a causa del poder del desquiciado Rey Demonio; él había liberado tal fuerza destructiva que acababa incluso con la vida a cientos de kilómetros donde aún las flamas no alcanzaron a llegar. La última esperanza, el héroe de los dioses había fracasado en su misión; tomando posesión de la esencia del héroe, el Rey Demonio Azmondias apunto su espada contra los dioses del mundo al lado de su ejército de demonios.

Siendo testigos de esta catástrofe, Daria; la diosa de la vegetación, huía al lado de los dioses de la caza y del combate hasta el Panteón de las deidades, cargando una valiosa semilla que ella misma había cultivado. Atravesaron rápidamente páramos, bosques y océanos a un ritmo que ningún mortal podría jamás igualar; hasta llegar a la cumbre más alta del mundo. A su paso atrás, observaban como todo empezaba a perecer, la tierra se partía una y otra vez dejando soltar chorros de lava hirviendo mientras tormentas de vientos incontrolables sumían el caos; drenando los mares hasta no quedar nada. Una vez llegado a su destino, una corriente de luz se filtró de lo alto del cielo transportándolos hasta el Panteón para planear una nueva estrategia.

Una vez reunidos los doce grandes dioses, dictaron a sus súbditos la destrucción del puente que conectaba su morada con el mundo de los mortales, de esta forma evitarían que Azmondias los alcanzara. Comenzaron a discutir arduamente el cómo podrían detener al Rey Demonio que a toda costa buscaría la manera de llegar hasta ellos, pues su poder había superado la fuerza individual de cada uno.

Por su lado, Daria, posa en el altar del inicio aquella semilla la cual contenía el poder de recrear otro mundo en caso que ya no quedara nada que salvar. Desde el altar se pudo observar en el piso el reflejo de la tierra que los 12 dioses habían creado, este poco a poco se volvía cada vez más oscuro, sin vida, lleno de venas ígneas que empezaban a cubrir cada rincón del alguna vez fue un bello jardín.

Cuando Daria volvió hasta la sala donde discutían sus compañeros, estos habían tomado la decisión de confrontar juntos la amenaza que yacía sobre su mundo, quedando pendiente la forma que erradicarían al demonio, pues en parte tenían la culpa de haber creado también ese mal. Tras largas discusiones y sin llegar a nada, Daria miró muy preocupada a Merlos, el dios de la sabiduría, pues había sido su más grande amigo desde los comienzos, este posa su palma sobre la espalda de la chica, tratando de calmar a su amiga en señal que ya encontrarían una solución.

Poco duro su alivio pues un temblor sacudió todo el Panteón, las puertas abiertas del salón dejaban ver como desde la sala del altar, el planeta ya en caos, se agrandaba cada vez más en señal que se acercaba hacía su morada. El Rey demonio había encontrado la manera de conectar la casa de los dioses jalándola desde la tierra para que esta descendiera hacía él con una velocidad abrumadora.

La sacudida del choque entre ambos mundos fue tal; que todos los dioses volaron y se desparramaron a través de los pasillos mientras su hogar era reducido a escombros. Al recuperarse del impacto, las puertas del Panteón comenzaron a ser azotadas desde el exterior; cediendo a los pocos segundos y permitiedo entrar una horda de demonios menores que atacaron y masacraron sin compasión a cada ser vivo que avistaron. Por su parte los dioses, lograron reponerse rápidamente y combatieron con las alimañas eliminándolas como moscas en cuestión de segundos. Cuando el último demonio fue eliminado; y con sus fuerzas bastante agotadas, los dioses escucharon unos aplausos hipócritas que sacudían su alivio desde la entrada, pues una figura había estado observando el espectáculo a lo lejos, mientras se aproximaba de manera fanfarronea hasta dejarse ver.

- No era menos de esperar de los doce grandes, que eliminaran con tanta facilidad a mi pequeño batallón - Se burlaba y reía vilmente el rey demonio que entraba vanidosamente.

Nos veremos en el otro cieloWhere stories live. Discover now