Capítulo uno: Primera advertencia

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Un par de tenis blancos se acercaban al hall principal de la secundaria Cherish, Kevin iba apresurado a clases, esa mañana se había despertado temprano para ayudarle a su padre a lavar las verduras para la comida que se prepararía ese día en el comedor, sin embargo, no importó cuan temprano se haya levantado, el tiempo no fue suficiente por lo que estaba a punto de llegar tarde.

Intentando no parecer apresurado y así evitar las burlas de sus compañeros (los cuáles no les importa llegar tarde porque no tienen una beca que mantener) se cubre el rostro mientras camina a paso ligero, mirando únicamente al suelo.

De pronto, una montaña -como él lo sintió- se atravesó en medio del camino, haciéndolo chocar y finalmente tropezar, terminando en el suelo, con todos sus útiles regados y su pantalón color caqui sucio.

Levantó el rostro para identificar cuál fue el inoportuno obstáculo y se encontró con un joven cabello claro y ojos gentiles que lo miraban con preocupación.

—¡Miren, el enano se cayó!—
—no le dolió mucho porque ya estaba cerquita del suelo, seguro—
—fue como ver una hormiga tropezar—

Escuchaba que sus compañeros se burlaban, pero los ojos ansiosos del frente no dejaban de observarlo. El joven con el que chocó le extendió la mano para ayudarle a levantarse y dijo, en voz muy baja: —disculpa—

Kevin tomó su mano y se impulsó para ponerse de pie. De inmediato se dio cuenta la razón de tanta burla, el joven cabello claro medía por lo menos 30 cm más que él y, seguro era muy fácil porque Kevin medía nada mas 1 metro 65.

Después de levantarse, Kevin negó con la cabeza indicando al alto que no se preocupara, dejando que su cabello oscuro y despeinado se despeinara aún más, sonó el timbre y sin decir nada, continuó caminando rápido a su salón. El otro muchacho se sorprendió porque era el único preocupado por llegar a tiempo, así que esbozó una sonrisa abriéndose paso para, finalmente, llegar al mismo lugar.

En el aula el maestro ya tenía una hoja de reporte firmada para Kevin, el muchacho no había terminado de entrar cuando ya se la había extendido únicamente a él

—¡Pero! — quiso protestar, pero el maestro lo interrumpió agitándole el papel en el rostro

—Los demás pueden pagar. Tú no— respondió fríamente. Kevin dejó salir un suspiro y con pasos pesados y cansados caminó hasta su pupitre donde, justo detrás de él, se hallaba sentado el joven alto con el que tropezó.

Lo que restó de la mañana, fue medianamente común, clases que tenía que copiar y libros que tenía que leer, hasta que de pronto, sintió un ligero golpe sobre su hombro, tuvo intención de volver a ver, pero su timidez le impidió girar el rostro, así que se escondió entre sus brazos. Acto seguido, cayó un pedazo de papel doblado que decía: Léeme

Kevin, extrañado, tomó el papel y lo desdobló, comenzando a leer:

¡Hola! Soy ̷C̷a̷r̷ Charles, soy nuevo aquí ¿cómo te llamas?

El más bajo lo leyó un par de veces más, pensando que probablemente era una broma, sin embargo, sí era cierto que era la primera vez, en lo que va del año escolar, que veía a alguien como él, así que decidió darle una oportunidad...una pequeña.

Kevin

Regresó el papel y comenzó a ordenar su pupitre para la siguiente clase. Aún ordenaba sus libros cuando el pedazo de papel volvió a saltar hacia su mesa, Kevin parpadeó y mira de reojo a su vecino de atrás, el chico de cabello claro, Charles, quien asintió para que lo volviera a abrir y es lo que terminó haciendo.

Chicas antes que flores (Boys Over Flowers Gender bend)Where stories live. Discover now