LUNES 07.08

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✉️ 15:008 p. m.

Kookie: Abremeeeee, estoy afuera.

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Él odiaba los lunes y yo los amaba por tratarse de él.

Solía decir que la gente era especialmente lenta y tonta al inicio de semana, pero yo prefería creer que no se trataba de la gente, sino que él odiaba iniciar una semana laboral después de un largo fin de semana.

Le gustaba bailar y su pasión por crear coreografías y hablar con su cuerpo sin necesidad de palabras, le llevó a ser uno de los coreógrafos estrellas de su agencia. Su cuerpo musculoso y de envidia, o la larga manga de tatuajes en su brazo derecho, bien podría intimidar a cualquiera y dar la impresión de que él era un tipo rudo, pero la realidad era que si bien solía ser estricto como la disciplina demanda en el medio, también era un tipo de gran corazón, actitud apasionada que le llevaba a poner el alma en todo lo que hacía, y una sonrisa, bueno, me hacían falta palabras para describirla pero puedo resumirlo a que me enamoré a primera vista.

La casualidad nos había reunido años atrás en una calle donde mis pies tramaron con el destino y caí ridículamente con mi quijada estampándose contra el concreto.

¿Que si dolió? no tanto como el ego y el orgullo, pero ese hombre que se detuvo a ayudarme e insistió tanto para acompañarle a su auto donde cargaba un botiquín de emergencia, se grabó en mi memoria con fuego. Charlamos en el parque con sus manos maniobrando en mi rostro y brazos heridos, la plática fluyó tanto que se extendió a una cafetería esa tarde, y a una docena de restaurantes y parques más durante las siguientes semanas.

Me sentía pleno, enamorado y casi drogado bajo el efecto de su presencia. Fue cuestión de tiempo para que alguno de los dos, inquieto y necesitado de un paso más, deseara poner una etiqueta a la emoción, al gusto por nuestra compañía y las incesantes noches de insomnio que nos atormentaban cuando nos separabamos.

Y así comenzó, una relación llena de cosas simples que sabían a magia. Por él nació mi amor por el ejercicio y él se encargó de inculcarme buenos hábitos alimenticios. A cambio, yo me encargaba de seleccionar las películas que lo hacían reír hasta el dolor y le conmovían hasta el llanto, le di un hogar donde llegar las tardes después de su trabajo y soltaba el estrés de un largo día.

Sus besos eran cortos y ruidosos, le encantaba hacerme cosquillas en la nuca, jugar con mi cuello y dibujar formas en mi estomago. Por alguna razón su piel siempre era cálida y le encantaba acurrucarse a mi lado con nuestros cuerpos laxos después de amarnos lento y sin restricciones. Pues había emoción en cada caricia, un lenguaje inexplicable que no parecía tener fin cuando sus manos grandes y fuertes se aferraban a mis piernas y espalda. Había algo exquisito en la forma que sus boca liberaba desesperada el aire de sus pulmones cuando el placer lo asfixiaba, la forma agitada en que decía mi nombre y me llenaba de "te amos" mientras me embestía sobre la cama, con nuestros cuerpos ahogados en sudor y los sentidos embriagados por un sentimiento abrumador.

Con el tiempo no supimos a quién culpar, nos convertimos en el mejor amigo del otro, pero quizá fue la monotonía, el inevitable desgaste o la vida marcando un ciclo de madurez en nosotros. Las charlas continuaron pero el toque mermó. De pronto sus besos no sabían a magia y en el amor podía paladear solo sexo. Para cuando nos dimos cuenta de ello, habían pasado meses desde nuestro último roce y habíamos olvidado cuando fue la última vez que él acampó en mi departamento por días seguidos.


Bastó con mirarnos a los ojos después de fingir ser unos ciegos para que nuevamente las cartas se pusieran sobre la mesa. Nos amábamos, pero quizá no de la misma manera. Y aun con ello, la distancia jamás fue una opción. Sin nada que sanar, la monotonía echó raíces en nuestras vidas y él sin preguntar, se adueñó de mis lunes y yo me sentía satisfecho de que, a pesar de no ser más el dueño de su corazón, poseía más que su sin fin de conquistas y personas que lo miraban con deseo y admiración.


Meses después, bastó que él volviera a besarme en un arranque sin nombre. Aquella noche dejamos que nuestros cuerpos recordaran lo que era estar piel con piel y boca con boca. Y sin oportunidad de reprochar, me convertí en su refugio de inicio de semana, en el escape de la vida que lo catalogaba como a una persona diferente. Pues solo yo lo conocía realmente, y a pesar de que mi corazón dolió con ese primer nuevo beso sin etiqueta, decidí quedarme para él y pertenecerle.

A veces, como este lunes en particular, él llegaba con comida y veíamos una película hasta quedarnos dormidos. Él partía por la noche cuando no sentía deseos de quedarse, y otras, sus manos me acariciaban con movimientos inocentes que se tornaban en algo más serio. Y entonces la madrugada nos alcanzaba entre jadeos y cuerpos mojados, listo para ser abandonado por él por otra semana, hasta que el estrés del día lo regresara a mi, pues él era así, y yo no tenía ningún problema con ello.

 Y entonces la madrugada nos alcanzaba entre jadeos y cuerpos mojados, listo para ser abandonado por él por otra semana, hasta que el estrés del día lo regresara a mi, pues él era así, y yo no tenía ningún problema con ello

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Aquí vengo de nuevo con otra historia un tanto peculiar, espero que puedan disfrutarla tanto como yo al hacerla, y que se involucren con ella así como Tae lo hace al dejarnos conocer su sentir más personal e íntimo.

Hasta otro día 💜✨

TAKER ✧ Taehyung x TodosWhere stories live. Discover now