Eikaru Reich

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Hace un tiempo, una historia se empezó a conocer poco después de un suceso.
Al parecer, en uno de los pueblos donde cada uno vivía a placer, sin tener que obedecer órdenes ni seguir normas estrictas, había un creador de muñecos. Se podría decir que no había nada malo en aquello, él solo los imaginaba y luego los pasaba a la realidad, ya podía ser cosiendo o por otros métodos. En cambio, por lo que verdaderamente era famoso aquel pobre vendedor y creador de muñecos era que actuaba de una forma extraña. Los pueblerinos apenas entendían sobre enfermedades mentales, así que decían que el pobre hombre estaba loco. Movía sus dedos como si fuesen patas de araña, pero no se detenía hasta que no se sentía a gusto con su cuerpo. Aquello era extraño... Pero él solo tenía una pequeña enfermedad, en la que no podía detener sus músculos cuando éstos comenzaban a hacer tics o se movían por sí solos. Más de una vez le había pasado mientras cosía uno de sus muñecos.
La historia apenas empezaba cuando aquel hombre, más conocido como Reich, comenzó a herirse inconscientemente por solo una razón, en la que él solo sonreía con cara de bonachón, pero ojos de loco.
"Me lo piden ellos" decía mientras se señalaba a sus propios músculos "Ellos me piden sentir el dolor..."
Estaba enfermo, hasta ahí llegaba la gente del pueblo. Un día, aquel tipo decidió encerrarse puesto que quería crear a unos muñecos, los cuales él mismo había inventado, pero, según él, le fascinaban. Por esa misma razón invirtió mucho tiempo, esfuerzo y sacrificio para hacer aquellos dos peluches, cosidos por él. Podemos decir sacrificio como tal, puesto que decidió dar algo a cambio de terminar su trabajo. Y esto fue su habla. Entre la concentración y las ansias de terminar sus preciados peluches, sus tics habían ido a más. Con la aguja y su hilo por detrás, se había pasado varias y repetidas veces aquel arma por su boca. Tal fue la cosa que, una vez finalizado su trabajo, se dio cuenta de lo que acababa de hacer. ¿Cómo hablaría ahora? ¿Cómo se comunicaría? Por esa misma razón, usó todas sus fuerzas, puso todos sus sueños y deseos dentro de uno de sus muñecos. El pequeño peluche, gordito, de pelo azul, ojos rosaditos, solo le observaba desde su posición. Al otro apenas le había rogado, puesto que se había postrado al primero. Todo fue silencio durante unos segundos... Y tal vez durante toda la vida, pero aquel tipo no volvió ni a hablar, ni a ayudar  ni a tener tics, ni a salir...
Desde entonces, se dice que hay una imagen de ambos peluches, también llamada Eikaru Reich, como su creador. Si alguien puede recalcar, no a la perfección, pero con un aire, uno de los dos muñecos, podrás oír la voz desaginada, rogante, triste, desesperada de aquel hombre... Y toda ella previniendo del pobre peluche, el cual adquiere unas marcas rojas alrededor de la boca al hablar.

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