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En la fría noche se encuentran alejados de la ciudad, tomando camino por la carretera casi abandonada por la hora que es, el grupo de amigos se dirige al lugar que asisten cada fin de semana, todo por Lionel, que recién descubre es un lugar especial para despejar su mente y pasar un rato agradable.

Está sentado encima de las piernas del rizado, inhalando su aroma para asegurarse de jamás olvidarlo. Grabando el tacto de sus manos sobre su piel y concentrándose en el ritmo de sus palpitaciones que lo meten en un estado de relajación.

Nadie habla, sólo disfrutan el paisaje y la música que uno de ellos puso.

La camioneta comenzó a frenar, dando por entendido que llegaron a su destino, todos se estiraron y perezosos bajaron al frío viento que resopla en sus rostros.

Sin perder tiempo, agarran unos troncos para realizar una fogata, otros acomodaron unas enormes rocas listas para ser usadas como asientos, mientras él y el rizado bajaban mantas, almohadas y bebidas de la camioneta.

Es un ambiente agradable, los chicos tratan de integrarlo a sus bromas o juegos, el está feliz pero ése nunca fue su ambiente, no es que no le gustara, simplemente nunca fue invitado a una reunión así y resulta que él organiza esas salidas cada fin de semana. Las vueltas que da la vida ¿No?

— ¿Y qué nombres tienen pensados?

Dijo Andrés muy animado, bajando un poco el volumen a la música para poder platicar.

El rizado volteó a ver espectante al castaño, en busca de su mirada el cuál sostuvo un poco confundido.

— Se va a llamar Guillermo, como su padre.— Dijo orgulloso, dando un largo trago a su cerveza.

Todos rieron y comenzaron a bromear con que era una mala idea y le traería mala suerte.

Lionel se quedó pensando, ahora sabe el nombre de aquel chico que pone su mundo de cabeza. Promete nunca olvidarlo, también se queda pensando en la situación. ¿Lleva casi cuatro meses con un bebé dentro y aún no tenían alguna conversación para un nombre? Jura nunca ser un mal padre. Analiza cada nombre que viene a su cabeza, descarta millones hasta quedarse con el más hermoso.

— Thiago.— Dice pensando en voz alta, se escuchó lo suficiente para hacer callar las risas y todos lo miraron confundidos. Guillermo sonrió emocionado.— Se va a llamar Thiago.— Esta vez suena firme.

Todos se miran entre sí y asienten como en aprobación grupal.

El rizado se acerca y besa su mejilla mientras acaricia el pequeño bulto que apenas y se asoma por su camisa tan pegada.

Al cabo de unas horas todos comenzaron a ambientarse, la cerveza hace efecto y se muestran más parlanchines que de costumbre, la música retumba en la vieja bocina y sus piernas se vuelven inquietas.

Se pone de pie, la melodía dominó su cuerpo y comenzó a moverse lentamente al compás. Sus caderas están de lado a lado, su cabello despeinado a causa del viento es un desastre, cierra los ojos y se deja llevar.

Siente una libertad inexplicable, una felicidad recorriendo sus venas y una nostalgia invadiendo su mente. Sonríe, tan alegre por experimentar toda esa montaña rusa de emociones, no tiene ni una sola gota de alcohol en su sistema y aún así actúa como si estuviera ahogado, tal vez sólo es la dicha de estar en ése lugar, despreocupado de todo.

Un par de ojos lo miran, siguiendo sus movimientos como si fuera un baile exclusivamente para él, como si estuvieran solos en ése lugar. Así que se permitió ser atrevido por primera vez en su vida, una sonrisa lasciva fue suficiente para que el rizado muerda sus labios en un intento por controlarse.

Sacude sus hombros, mueve su cabeza ignorando todo a su alrededor hasta acercarse al más alto, quien se encuentra sentado en una de esas rocas. Se pone entre sus piernas y mueve sus caderas como si fuera un experto en dedicar bailes sensuales, enredó sus brazos en el cuello contrario para acercar su rostro e inhalar el aroma a alcohol y cigarro que desprende Guillermo, deleitándose con la mirada suplicante que le dedica, eso le hace reír. Nunca se sintió tan deseado y es como estar en el mismo paraíso siendo alguien inalcanzable.

Juntan sus narices dispuestos a comer sus bocas, chocan las respiraciones y sus alientos se mezclan.

Un toque en su hombro le hizo interrumpir el momento para girarse a dirección de esa mano sosteniéndolo.

— ¿Podemos hablar, Lionel?.— Dijo serio, haciendo un ademán con su cabeza para indicarle que es algo privado.

Volteó de nuevo a su ahora novio, éste suspiró y asintió.

Se encaminó un poco lejos de la reunión, apenas la luz de la fogata llega hasta allí y eso le causa desconfianza por alguna razón.

— ¿Por qué no vuelves?.— Preguntó Diego en un tono seco.

— ¿De qué estás hablando?.— Se está poniendo un poco nervioso e incómodo.

— Conmigo no debes fingir, tú no eres Lionel. ¿Acaso sabes cómo me llamo?

El menor negó asustado. ¿Qué tendría que hacer en estos casos?

— Debes volver, despierta y no regreses.

Eso lo hizo enfurecer, luchó muchísimo para descubrir ése nuevo mundo.

— No, no podés decir eso. Esto es mío, no me quites la oportunidad de vivir lo que siempre he querido ¡Cállate!

— ¡No es tuyo! Estás en mi realidad, todo esto lo inventé yo y no sé porque llegas y actúas como si no lo supieras.

— ¿Y por qué no te vas tú? Esto ya no es tuyo, al parecer nunca lo fue.— Señaló su pequeña barriga.

— ¡Ese es el puto problema!.— Gritó casi llorando.— ¡Me quedé aquí por mucho tiempo peleando por tener el final que siempre quise! Y no, ya no puedo regresar, mi tiempo pasó, algo debió salir mal y estoy atrapado, teniendo que soportar toda mi vida ver cómo el hombre que amo está enamorado de alguien más ¡No puedo hacer nada ante eso! Me quitaste todo, llegaste a arruinar mi realidad.

Mientras más palabras salen de su boca se va acercando al castaño, amenazante y con la cara roja de furia.

— Debes irte, di la palabra que hayas escrito en tu guión y lárgate.— Respiro profundo tratando de calmarse.

Lionel quedó en completo silencio, su cuerpo tembló de miedo y un fuerte dolor apareció en su vientre.

— ¡Dilo!.— Gritó desesperado, tendría que ponerlo en una situación de peligro para que diga su palabra de seguridad y pueda volver a la realidad, así que sacó una navaja de la bolsa de su pantalón y se abalanzó al castaño, tirándolo a la tierra.

¿Qué carajo se supone que debe decir?

nomamen despierten a Lionel caraho, cantenle las mañanitas o algo

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nomamen despierten a Lionel caraho, cantenle las mañanitas o algo

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