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ALLISON VIDRIO












La cabeza me daba vueltas, la resaca me estaba matando, ya no lo soportaba. No se por qué carajo tomé tequila si lo odio, es más, odio todo tipo de alcohol y ayer me embriague como si fuera uno de los estúpidos de mis compañeros, aunque no recuerdo tanto, vaya que si recuerdo el golpe que me llevé en la cabeza.

Con mucha más razón me dolía

Mi papá entró a la habitación haciendo resonar sus pasos, después, abrió las cortinas haciendo que toda la luz del día entrara por la ventana.

— ¿Oh Dios por que? — me queje tapándome de nuevo con la sabana, pero mi padre le dió un tirón quitándola de mi.

— ¿Me quieres explicar por qué llegaste tomada ayer? — cuestionó y por su tono de voz, se escuchaba molesto.

— Sucedió y ya — dije tajante.

— Pues que no vuelva a suceder, deberías aprender de Nailea. — ahí venía de nuevo con el mismo discurso de siempre.

— Si quieres que sea como ella ¿Entonces por que me regañas por llegar ebria? — lo miré de mala manera.

— Nailea no llega en ese estado— la defendió.

Ojalá supiera que su princesa se escapa por la madrugada, más no dije nada más.

— sigo esperando a que me expliques por que llegaste en ese estado — repitió con enojo.

Seguí en silencio ignorando su regaño, se cansaría y se iría de mi habitación dejándome sola. Mejor, disfruto mucho de mi soledad.

— ¿No me vas a contestar?

Por su tono se veía que no sólo estaba enojado, si no cansado de que cuando me regañaba me quedase en silencio.

El soltó una maldición, un gruñido y por fin se fue.

— Ya te estabas tardando — murmure poniéndome de pie.

Fui hasta el baño, en donde me encontré con Nailea. Nuestras habitaciones tenían un baño compartido, era grande así que aquí no había problema.

Nai me dió una mirada antes de hablar.

— ¿Por que discutían papá y tu ahora? — preguntó

— Por algo que no te incumbe en lo más mínimo Nailea. — hablé tajante mientras buscaba mi cepillo de dientes.

— Te gusta hacer enojar a papá, eso es lo que pasa Allison — defendió a papá, nada nuevo en realidad.

Rode los ojos y seguí lavando mis dientes, ella seguía parloteando mientras yo lavaba mi dentadura.

Todo bien hasta que la observe mejor, en su cuello llevaba un collar que era de mi madre. Me molestaba que usaran sus cosas y ella lo sabía.

— ¿Que es eso? — pregunté señalando su cuello.

— Oh, el collar que era de mamá— acarició de el.

𝐃𝐢𝐞𝐳 𝐂𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐐𝐮𝐞 𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐓𝐢 | 𝐒 𝐂. Where stories live. Discover now