One

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Era una nueva mañana para Min Yoongi, quien despertó apurado y algo emocionado. Tenía ganas de ir al café para tomar desayuno, pero especialmente, para poder ver un día más a cierto chico que cautivó su corazón. Se levantó de golpe, se dió una ducha rápida y fue al armario a elegir qué usar ese día. No podía, no era bueno eligiendo ropa para ciertas ocasiones, así que optó por lo primero que vio: una camisa manga larga blanca, unos jeans ajustados color negro, una chaqueta de terciopelo marrón y unas botas del mismo color. Agarró su celular, su billetera, sus llaves y su bolso y salió. Miró se reloj de mano: 6:45. Iba a poder estar a tiempo. Ya estaba caminando al café cuando se encontró con su amigo, Seokjin o Jin, como le llamaba el opuesto. El mencionado le saludó, a lo cual el joven moreno le saludó devuelta. 

- ¡Yoongi! ¿Cómo estás? ¿Vás otra vez al café, no? - Jin sonrió pícaro, obteniendo como respuesta un sonrojo.

- Basta, Jin. También voy allí para desayunar. -

- Sí, y para imaginarte toda una vida con... -

El mayor paró de hablar cuando entraron al café y el primer rostro que vieron fue el de un joven que trabajaba en aquel lugar. Yoongi se estaba sonrojando hasta las orejas y con una sonrisa temblorosa. Se sentó en el primer lugar que vio y su compañero lo acompañó.

- Jung Hoseok... - terminó el rubio, sin parar de mirar al castaño, quien sonreía mientras pedía la orden en otra mesa.

Sí, aquel chico era la razón por la que nuestro protagonista se despierta todas las mañanas para desayunar en aquel café. También porque Hoseok tenía un adorable hábito de cantar una canción mientras trabajaba. La hermosa voz del chico combinado con el aroma a café recién hecho y crema suave de vainilla hacía todo aún más sublime para él. El local se empezaba a llenar. Habían estudiantes universitarios desayunando, otros estudiando, parejas riendo y comiendo juntos y adultos terminando trabajos en computadora mientras tomaban espresso. El local era conocido, bastante. Empleados del local empezaban a llegar y atender a los clientes que llegaban a cada momento. El café se llenó, habían más de 6 jóvenes sirviendo y preparando pedidos. Hoseok estaba conversando con otro joven que trabajaba allí. Reían mientras cada quién hacía las órdenes que iban y venían. En ese periodo, Yoongi tuvo la oportunidad de ver mejor al menor. Tenía la piel blanca y limpia, ojos oscuros pero brillantes a la vez, una que otra perforación en ambas orejas, lindos y rosados labios, cabello castaño y liso, era alto, bastante para su edad, diría él, pero sin duda, era un chico con una linda personalidad y verdaderamente hermoso, de pies a cabeza. Jin ya tenía hambre y no podía esperar a que su amigo terminara de contemplar al chico de quien gustaba, haciendo reír al rubio. Y cuando pensaba llamar al chico para pedir su orden, se oyó una dulce voz.

- Baby, baby, eres un caramel macchiato, tu aroma está aún mas dulce en mis labios... Baby, baby, tonight~ - era lo que cantaba.

El mayor podía sentir que volaba, que su corazón palpitaba de manera apresurada, que podía vivir toda una eternidad con tan solo escuchar al joven Hoseok cantar. Jin se reía por lo bajo de su amigo, viendo cómo el chico se acercaba con una dulce sonrisa, llamando a Yoongi a Tierra nuevamente. 

- Buenos días, me alegra verlo por aquí nuevamente. - sonrió, dejando ver una linda sonrisa. Yoon solo podía sonrojarse más y más. - ¿Qué van a pedir el día de hoy? - terminó el castaño, sacando una pequeña libreta. 

- Buenos días igualmente. Yo quiero un cappuccino y un dulce de zanahoria, por favor. - El azabache sonrió amablemente, sin mostrar los dientes. El menor anotó y miró al rubio, quién sonrió mostrando sus adorables hoyuelos.

- Yo quisiera probar un... caramelo macchiato, por favor. Oh! Y un dulce de vainilla. - dejó de sonrojarse para mirar al castaño, aunque puede que Hoseok haya notado el color en sus mejillas. Anotó, hizo una reverencia y fue a preparar sus pedidos. 

Empezó a cantar otra vez, ésta ocasión, un poquito más alto. La melodía era linda, el moreno siempre la tarareaba. Como compositor, aveces cualquier melodía que le llamara la atención siempre terminaba pegada en su mente. Era algo normal, pero ésta vez, la melodía no estaba atrapada en su mente, sino en su alma y corazón... Simplemente, lo movía por dentro, de una manera tan dulce y suave como el macchiato que iba a probar. Hoseok llegó con una bandeja, donde traía los pedidos de los amigos. Los sirvió con cuidado, sin quitar la sonrisa de su rostro.

- Un cappuccino con dulce de zanahoria y un caramelo macchiato con dulce de vainilla. ¡Buen provecho!

- Gracias. - dijeron unísono ambos mayores, empezando a comer. 

Sí, ellos acostumbraban a comer cosas dulces en la mañana, solamente para poder estar despiertos en sus respectivas ocupaciones. 

Jin es maestro de canto y cocina, ambas cosas son su pasión más grande, es lo que lo llena... además de la comida. Yoongi es compositor, ama expresarse con cada letra que creaba. Se inspiraba de todo lo que lo rodeaba, lo que lo hace feliz, todo lo que pasaba en su vida y todo lo que desearía era su más grande inspiración. Sin mencionar que cada persona que colaboraba con él quedaba encantada de cuánto talento y profesionalidad tenía el moreno. Un ejemplo a seguir era sinónimo del éxito de Yoongi. Sin embargo, de tantas canciones de amor que escribía y de tantas situaciones amorosas que hay, jamás se esperó tener que vivir una por su cuenta. Siempre pensó que el amor era algo parecido al éxito, no todos podían lograrlo a la primera, requería mucha búsqueda y esfuerzo. Pero vaya que nunca se esperó enamorarse de un joven de 21 años con una voz de ángel que lo transportaba a otro universo, donde sólo la melodiosa y divina voz del castaño era su única esperanza para vivir. De verdad estaba muy enamorado... pero preocupado por sus sentimientos. ¿Y si no era correspondido? ¿Y si se humillaba a sí mismo al intentar confesar todo lo que siente? Estaba atrapado en un dilema de telenovela.

- Yoongi, hay que irnos. Van a ser las ocho de la mañana y debo llegar a mis clases. – dijo su compañero, levantándose de la silla, el rubio imitando el acto, dejando una propina en la mesa.

Hoseok los miró irse, sin antes despedirse de Yoongi y Seokjin con su mano y una linda sonrisa. El compositor, con un leve sonrojo, igualmente se despidió y se fueron del local.

Jamás se lo esperó. Enamorarse así de alguien desconocido pero conocido.

Pero, de manera tan inesperada como una serendipia y tan etérea como una melodía, ocurrió.

No se arrepentía que su corazón lo haya elegido a él.

No se arrepentía en lo absoluto. 

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Nueva adaptación espero les guste, si quieren leer la historia original le pertenece a hobibubbles

Coffee  ๑Sope๑Where stories live. Discover now