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El atardecer había caído sobre sus rostros hacía ya un rato por lo que el cielo ahora se pintaba de colores violetas, azules acopañados dulces destellos plateados iluminando junto a la luna el nocturno manto, las velas en aquella torre se vieron necesarias así como un par de antorchas para iluminar tenuemente la sala. Los jovenes sucesores a la corona de sus respectivos países se encontraban tonteando con el telescopio al centro de la habitación, recorriendo entre risas los enigmas del universo, compartiendo datos de aquellas maravillas de la creación; eso hasta que el joven Roier se percató de lo distraido que se encontraba su amigo, paseaba su mirada cerúlea entre la mirilla, su mano, el balcón, su propia persona y finalmente culminaba con un suspiro iniciando nuevamente el recorrido de forma constante. Una idea bailó en sus labios para obtener nuevamente su atención. 

- Que sorpresa, tú sabes algo -  canturreó el menor de estatura para pasearse frente al de mechón blanco, usando un tono juguetón casi acusatorio, le había notado distraido desde que se encontraron en la torre por casualidad más temprano, le era usual ver a su amigo más atento, distraido y hasta algo timido a su alrededor sin embargo el comportamiento de esa tarde destacaba de entre la casi semana que llevaba en su país y castillo. 

- No es nada, guapito, sólo me preocupa que los reyes acepten la alianza que mi padre propone.- confesó con una mano en la nuca intentando mitigar la tensión que se acumulaba en la zona ante la preocupación que le generaba el tema, amaba su reino más que nada y realmente esperaba que su gente pudiera ser protegida por más que sólo sus soldados.. -Además de que de ese acuerdo depende seguir viendo a mi guapito de ojos preciosos . -  susurró casi en un suspiro sin darse cuenta, dejando escapar la linea de pensamientos que le invadía. 

Mientras el mayor dejaba escapar entre susurros los verdaderos sentimientos de forma inconsciente, el principe español sentía latir su corazón rapidamente en su pecho así como sus mejillas brillar en un dulce tono rosado.

Cayendo en lo profundo
Los latidos de mi corazón nunca paran

- No creo que debas preocuparte tanto, gatinho, he oido hablar a mi padre con estar de acuerdo con la aliaza, sólo que le gustaría tener algún tipo de garantía o algo por el estilo. - Comentó el menor intentando desviar la atención de su mente y corazón del hecho de que aquél rubio comenzaba a robar sus latidos acelerados así como a preocuparle de una manera que no solía hacer con el resto de sus amigos, cuestionandose sus actos por las noches frías que el castillo le ofrecían. Logró admirar como los ojos azules brillaban con un toque de ilusión en la mirada del más alto, aunque el principe invitado no lo supiera del todo a lo que su rey se refería, en la cabeza del principe de esa tierra todo tomaba un mayor sentido pese a que no deseaba hacerse ilusiones. 

Los jovenes monarcas disfrutaron un par de horas más bajo la tranquilidad de la noche, sus voces y risas envolviendo la sala hasta que se vieron interrumpidos por el sonido de una mano tocando la puerta, era Jaiden; la dama de compañía de Roier. 

- Roier, lamento molestar sin embargo su Majestad está pidiendo por ti.- Mencionó con una pequeña mueca que cambió a una pequeña reverencia al entrar por la puerta, bajando la cabeza de forma inmediata y un tanto avergonzada al ver que también se encontraba en la habitación el principe Cellbit.-¡oh, Alteza! disculpe mi atrevimiento e informalidad, no estaba enterada de que usted se encontraba junto a mi joven principe.- 

Roier sólo atinó a soltar una carcajada ligera, intentando mantener la compostura y porte, era normal que entre Jaiden y él se hablaran con tanta libertad pues habían crecido practicamente juntos cual hermanos, sin embargo era consciente de la etiqueta que debían mantener frente al resto, no creía que Cellbit tuviera problemas con su trato, sin embargo siempre le parecería gracioso cómo su comportamiento regularmente dulce y divertido cambiaba a uno formal de forma casi automatica frente a los demás. 

Cellbit por su lado sólo negó con una sonrisa, ahora admirando de donde había salido aquel joven tan atrevido y liberal cuando no mantenía su extrema formalidad - No se preocupe, sienta completa libertad de expresarse y comportarse como suele hacerlo con Roier en mi presencia, los amigos de mi guapito, son mis amigos también. 

Jaiden no necesitó más palabras del mayor entre los tres para ahora tirar del brazo de Roier, practicamente exigiendole que saliera en ese momento de la habitación para así cumplir el llamado de su rey.- Muchisimas gracias, joven Cellbit, si me permites llamarte así, pero debo llevar a este niño con su padre o a la que le cortaran la cabeza será a mi, si nos disculpas. - Sin antes hacer una pequeña reverencia al principe que se quedaba con una expresión divertida ante la escena. 

Roier y Jaiden por otro lado discutían respecto a lo que podría querer su padre, así como Roier contandole cómo la había pasado con Cellbit toda la tarde en aquella torre hasta que el recuerdo de su voz susurrando aquello ultimo hizo encender sus mejillas nuevamente. 

Chico, cada palabra que susurras
Me llena dulcemente
No puedo parar

No era secreto para Jaiden que su joven principe estaba actuando de forma inusual en cuanto al joven Cellbit respecta, así que admirar el sonrojo en las mejillas de su amigo y la forma en la que tocaba sus mejillas practicamente confirmaba sus sospechas: Roier estaba empezando a enamorarse del principe de esa tierra. Cuando llegaron a la habitación designada para su rey tomaron un suspiro para recomponer la compustura, tanto ella arreglando su vestido de forma pulcra como cuidando cada detalle del traje vino que portaba su compañero para sí finalmente tocar las grandes puertas de madera finamente tallada, recibiendo un "adelante" desde el interior. Al entrar se encontraron con el Rey Vegetta de Luque disfrutando de un vino mientras leía un par de documentos en sus manos, al escuchar los pasos de sus hijos enseguida bajó los papeles para así recibir propiamente a sus invitados. 

- Hijo mío, ¿donde habeís estado toda la tarde? - Preguntó con calma invitando a los jovenes a sentarse junto a él en el recibidor de su habitación donde previamente se encontraba, alzó su mirada nuevamente hacia ahora la chica. - Jaiden, ¿se te ha escapado otra vez? 

- Para nada, su Majestad, me ha pedido que le dejase sólo un momento aunque me he mantenido cerca en caso de cualquier necesidad.- respondió Jaiden con calma y cortesía, aceptando la invitación a sentarse pues sabía que era bienvenida a su mesa como una más de la familia. Y es que así era, la familia real de España era reconocida entre su gente por ser muy cariñosos y amables entre todos ellos, desde sus monarcas regentes: Vegetta y Foolish, hasta sus hijos Roier y Leonarda de la misma manera que trataban como su propia hija a la joven Jaiden que llegó con ellos cuando apenas era una niña. 

- Bueno, mis niños, les seré sincero.- Habló sin rodeos Vegetta, bajando nuevamente la copa de vino para dirigir su atención y mirada hacia sus hijos. - Estamos por cerrar la alianza, sin embargo junto al Rey Forever y el Rey Etoiles hemos acordado no sólo proteger esta nación, sino comercializar con ellos, quiero que seas el representante de esta unión comercial. 

𝑳𝒖𝒍𝒍𝒂𝒃𝒚 [ɢᴜᴀᴘᴏᴅᴜᴏ]Where stories live. Discover now