El beso

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Luz y Paolo estaban en un bar tomando algo juntos. Aunque lo estaban pasando bien, Luz sabía que no podía evitar la conversación que se avecinaba.

Paolo le sonrió a Luz. "Gracias por venir, te he notado un poco distraída estos días"

Luz asintió, pero su expresión era un poco distante. "El mural y tener a Ainhoa en casa, pero está todo bien"

Paolo dio un sorbo a su bebida antes de hablar. "Luz, quiero hablar contigo de algo importante."

Luz suspiró, sintiéndose un poco incómoda. "Tu dirás ."

Paolo parecía un poco serio. "Luz, siento que podría haber algo más entre nosotros. Me gustas mucho y me gustaría intentar algo más serio."

Luz se sintió un poco atrapada, pero sabía que debía ser honesta. "Paolo, eres genial y me lo paso bien contigo, pero no estoy buscando una relación seria en este momento. Me gusta cómo estamos, como amigos."

Paolo la miró con un poco de decepción. "Entiendo, amigos, como no..."

Un momento incómodo llenó el aire antes de que Paolo se inclinara y la besara. Luz respondió al beso, pero su mente estaba en otro lugar. Mientras Paolo besaba sus labios, el sonido constante de su teléfono en el bolsillo la distrajo.

El beso se detuvo cuando Luz sacó el teléfono. Vio el mensaje de Ainhoa: "Luuuz, ¿todavía estás con el mural? Te vas a intoxicar con tanta pintura. Me estoy aburriendo." Adjuntan una foto suya haciendo pucheros.

Una sonrisa se formó en los labios de Luz mientras leía el mensaje y veía la foro. Miró a Paolo, disculpándose. "Lo siento, Paolo. Tengo que irme, algo importante ha surgido."

Paolo suspiró, claramente frustrado. "¿Otra vez?"

Luz asintió. "Sí, lo siento. Te llamaré después de verdad"

Se despidieron con un beso rápido en la mejilla y Luz se dirigió hacia la salida del bar. Mientras caminaba hacia casa, pensó en sus sentimientos encontrados. Sabía que tenía que enfrentar sus emociones y tomar decisiones difíciles. Su mente volvía a Ainhoa, a la forma en que sus mensajes la hacían sentir viva y emocionada, y se dio cuenta de que quizás había más en juego de lo que había pensado.

Luz regresó a casa, y al entrar en su habitación, se sorprendió al encontrar a Ainhoa tumbada en su cama. El pelo de Ainhoa caía en ondas sueltas sobre sus hombros y vestía una camiseta que era, en palabras de Luz, más sexy de lo que uno podría usar como pijama. Ainhoa tenía auriculares puestos y estaba sumida en la música.

Ainhoa pareció notar su presencia y levantó la vista hacia ella. Sus ojos se encontraron, y como si hubiera una conexión instantánea, ambas se tumbaron en la cama, cada una con un auricular.

La canción "Aún no te has ido" de Vanesa Martín comenzó a sonar en los auriculares. Las notas llenaron el espacio entre ellas y las melodías parecieron resonar en sus almas. Luz no pudo evitar comenzar a acariciar el brazo de Ainhoa, de manera sutil y suave. Sus dedos trazaron caminos invisibles sobre su piel.

Poco a poco, la mano de Luz ascendió por el brazo de Ainhoa hasta llegar a sus clavículas. Ainhoa cerró los ojos y se permitió sentir cada caricia. Era como si estuvieran comunicándose sin palabras, solo a través de esos toques.

Sonaba en sus oídos la canción, la cual les transportaba a ellas.

Aún no te has ido y ya te echo de menos, cuento las horas para vernos de nuevo, que si me caigo, tú me sostengas, que más quieres de mí.

Ainhoa giró su cabeza hacia Luz, encontrándola mirándola con una intensidad que parecía atravesarla. Sin decir nada, Ainhoa alargó la mano y acarició la mejilla de Luz, explorando cada rasgo con sus dedos. Luego bajó por su cuello, hasta llegar a la clavícula y el brazo.

Te das la vuelta y yo te clavo mis ojos, me quedo quieta hasta perderte de vista, y lo peor no quiero enamorarme, no puedo resistir.

Luz sintió un escalofrío recorrer su piel mientras Ainhoa exploraba cada centímetro de su ser. Ainhoa volvió a subir por su cuello y besó su frente con suavidad. Luego, sus labios rozaron la nariz de Luz y se deslizaron hacia su mejilla.

El roce de los labios de Ainhoa en su piel era suave y reconfortante. Luz se dejó llevar por la sensación, sintiendo que cada caricia encendía algo en su interior. Ainhoa se detuvo, muy cerca de los labios de Luz, y ambas respiraron profundamente, sintiendo la electricidad en el aire.

Luz abrió ligeramente los labios, su corazón latiendo con fuerza. Ainhoa también respiró profundamente, sintiendo cómo sus emociones se entrelazaban en ese instante. Sus labios se encontraron en un beso lento y delicado, como si temieran romper el hechizo mágico que los rodeaba.

En el momento en que sus labios se encontraron, un suspiro escapó de los labios de Ainhoa y se mezcló con el gemido inesperado de Luz. La conexión entre ellas se intensificó instantáneamente, y el beso se volvió más profundo y apasionado.

Luz llevó una mano al cabello suelto de Ainhoa, sujetándolo con suavidad mientras se dejaba llevar por la intensidad del beso. Cada roce de sus labios enviaba corrientes eléctricas a través de sus cuerpos, creando una especie de corriente emocional que las envolvía por completo.

Por su parte, Ainhoa deslizó una mano al cuello de Luz, acariciándolo con delicadeza mientras continuaba explorando su boca con ternura. Los dedos de Ainhoa se deslizaban suavemente por la piel de Luz, provocando una oleada de sensaciones que recorrían su cuerpo.

El beso seguía siendo apasionado y profundo, como si ambas estuvieran descubriendo un nuevo lenguaje a través de sus labios. La tensión entre ellas era palpable, y cada contacto parecía alimentar el fuego que ardía entre ellas desde hace tiempo.

A medida que el beso continuaba, los gestos se volvían más instintivos. Luz apretó suavemente el pelo de Ainhoa entre sus dedos, mientras Ainhoa respondía con caricias más apasionadas en la cadera de Luz. Sus cuerpos se acercaban aún más, y podían sentir la aceleración de los latidos de sus corazones resonando en el espacio compartido.

El gemido que se escapó entre sus labios solo sirvió para aumentar la pasión del momento. Era un recordatorio de lo que estaban compartiendo, una confirmación audible de las emociones que habían estado guardando durante tanto tiempo. Ese sonido, ese gemido compartido, creó una conexión aún más profunda entre ellas.

Finalmente, cuando se separaron, sus labios quedaron a centímetros de distancia, la respiración entrecortada y los ojos fijos en los del otro. Un instante cargado de significado, de un deseo que había salido a la superficie y que ya no podía ser ignorado.

Ainhoa y Luz compartieron una mirada intensa, sintiendo la chispa que habían encendido entre ellas. Un susurro de reconocimiento y una sonrisa tímida aparecieron en sus labios, sellando ese momento de manera más profunda que cualquier palabra podría haberlo hecho.

Emociones dormidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora