Capitulo 9.

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—¡T/N DESPIERTA!—llego Steven arrojándose encima de mi.

—¿Eh?—dije somnolienta.

—¡Levántate! ¡Es cuatro de Julio! Arriba perezosa.

—Cállate Steven, es muy temprano—me voltee y tapé la cara con las sábanas—. Puedes cerrar la puerta cuando salgas

—Tienes tanto sueño que no te has dado cuenta de que sigo arriba tuyo.

Abrí mis ojos para verlo y tenía razón, seguía encima mío, cuando me voltee el no se cayó y creo que ni se inmuto ante mis palabras de que cerrara cuando se fuera.

—¡Bájate! Pesas mucho—me removí para que se levantara.

—¿Me estás diciendo gordo? Me ofendes mejor amiga.

—No, pero si eres un molestoso Steven y aún no he comido nada así que vete antes de que te odie.

Steven se levantó entre risas y mientras iba saliendo de mi habitación otro chico iba entrando.

Conrad, quien no se veía muy contento con verlo en mi habitación tan temprano.

—Hey Connie—lo saludó mi mejor amigo.

—Hey Steven—saludó.

—Hola Conrad—salude arreglando mi cabello corto—. ¿En que puedo ayudarte?

El cerro la puerta de mi habitación y se estiró a mi lado.

—¿Crees que podríamos jugar al Mario Kart ahora? No lo pudimos jugar antes porque fui un completo idiota.

—Sí, ¿estás bien? Te ves un poco cansado.

—Oh sí, ayer me quede hasta tarde con Cleveland ayudándole con el bote, al menos espero una mención en su libro.

—Por supuesto, "Conrad Fisher, el mejor maestro de botes"—señale con mis manos—. Un agradecimiento digno ¿no lo crees?

—Ya veremos ¿entonces? ¿Mario Kart?

—Claro, pero juguemos aquí, no quiero levantarme aún, mientras tú vas a buscar el juego y los comandos yo iré al baño rápidamente.

El asintió y salió a buscar las cosas mientras yo entré al baño y me lavé la cara, los dientes y me arregle un poco más el pelo.

—Estás cómodo por lo visto, ¿eh?—salí del baño y estaba estirado en mi cama.

—Siempre.

—Oye suelta a la señora Ross, es mía.

—Yo te la regale, es justo que pueda usarla también, ¿o no?

—No, es mía.

—¿Dormiste con ella?—preguntó mirándome fijamente.

—Pfffff, ¿crees que soy una bebe? Claro que no—mentí.

—Mentirosa.

—Cállate Connie, la señora Ross tiene un lugar especial en mi corazón.

—¿Así como yo?

Mire atentamente cómo dejaba a la jirafa en mi mesita de noche.

—Claro, eres especial para mi Conrad, lo sabes.

—Te he jodido el verano, ¿Cómo puedes seguir soportándome?

Me acerqué y estiré a su lado.

—Conrad, eres casi un adulto lidiando con cosas, admito que no me gusta tu actitud y cómo intentas alejar a todos pero si esa es tu manera de lidiar con tus problemas, no puedo juzgarte.

el verano en que amé. (Conrad Fisher y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora