Capitulo 22

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Ciel: ¡¡AH!!

En la mansión, su grito resonó de manera estruendosa por las paredes, pero se desconoce si alguien llegó a escucharlo. Sin embargo, de repente, aquel hombre de ojos carmesí presente en el lugar le silenció colocando su mano sobre su boca, tratando de calmarlo.

Sebastian: Shh... Tranquilo, tranquilo... -Le susurraba con calma.

Ciel: ¡Uhmmm! ¡Uhmmm!

Cuando finalmente, el muchacho pudo tranquilizarse un poco como para reconocer a aquel hombre, dejó de lado todo intento por hacer que lo escucharan.

Sebastián hizo un gesto señalando con el dedo sus labios, indicándole que guardara silencio. El joven captó el mensaje y asintió en señal de entendimiento, a lo que este retiró su mano de su boca.

Ciel: S-sebastian... -Dijo a punto de llorar.

Sebastián: Escúchame. -agarró al joven por la cabeza para asegurarse de que lo mirara y le habló con firmeza- Escúchame... Tu padre está en camino, puedo escuchar sus pasos. Necesitas calmarte.

Ciel: ¿Por qué? -Preguntó entre lágrimas- ¿Por que me trajíste aquí? ¿Por qué?

Sebastian: Cálma. Prometo que te lo explicaré, pero por ahora, solo debes guardar la compostura, ¿de acuerdo?

De forma inesperada, la puerta del lugar se abrió revelando al amo de la mansión, claramente preocupado.

Vincent: ¡Hijo! -Exclamó angustiado, acercándose rápidamente- ¿Qué te pasa? ¿Te duele? Tranquilo, el médico está en camino.

De repente, tal como lo había mencionado, un tercer hombre se unió rápidamente a la habitación. Este hombre estaba claramente preparado para evaluar al paciente.

- Si me disculpan, necesito espacio para trabajar. -Informó el doctor al Amo, quien asintió y dirigió su mirada hacia el otro hombre que estaba al lado de la cama.

Vincent: Sebastian, debemos hablar. -Le dijo seriamente, haciendo un gesto para que lo siguiera.

Sebastian: Sí, Amo Vincent.

Ciel se sintió frustrado al ver que su padre y Sebastian se marchaban juntos, ya que no quería que Sebastian se fuera. Sin embargo, la presencia de su padre hacía que fuera difícil expresarlo. No le quedó más opción que quedarse allí, a solas con el doctor.

Después de algún tiempo, el hombre terminó sus análisis y se fue sin dirigir palabra alguna al joven. Un poco después, la puerta se abrió nuevamente y apareció su padre.

Vincent: ¿Cómo te sientes, Ciel? -Le preguntó al acercarse a su lado.

Ciel: Estoy mejor. -Respondió indiferente, cosa que su padre no pudo ignorar.

Vincent: Ciel, entiendo que estés enfadado. Quizás pienses que no te busqué intencionalmente, que dejé que esto sucediera, pero la realidad es completamente opuesta. No he tenido una noche de paz desde ese día en que te secuestraron. Hice todo lo posible para encontrarte y recuperarte, pero fracasé y como tu padre lamento profundamente eso.

Las palabras del hombre revelaban un profundo sufrimiento, como si estuviera al borde de las lágrimas.

Vincent: Sé que nuestra relación nunca ha sido la mejor de todas, pero debes entender que como tu padre hago lo mejor puedo para hacer que tu vida sea más fácil.

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