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Capítulo uno, por plata baila el mono.
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ LAS GOTAS DE LLUVIA SE encontraban con el pavimento con una abrasadora fuerza gracias a la gravedad. El clima en Ketterdam era, una vez más, nubloso y oscuro.
Las calles se encontraban siendo transitada debido a los numerosos puestos de los vendedores. Habían personas por doquier.
Algo que saben todos en el Barril es que hay dos tipos de personas que viven allí. Están los que crecieron con sus familias en armonía, los que fueron a parar a la ciudad más oscura y peligrosa de todo Kerch por alguna razón; ya sea error o por decisión propia, esos son los que apenas pisaron el Quinto Puerto fueron masticádos y escupídos por otros habitantes, aquellos cuyas esperanzas fueron arrebatadas, aquellos que lo perdieron todo y no pudieron seguir adelante, son las personas que podes encontrar, al girar en un callejón, en el suelo, ese tipo de personas son las que primero se desvanecen en el aire.
Luego están los renegados, los que crecieron bajo el ala de Ketterdam, son los que perdieron todo y ya no tienen nada que temer, son los que fueron aplastados y se levantaron para vengarse de su atacante, son los que renacieron de las cenizas y se reconstruyeron para no sufrir más, son aquellos que conviven cotidianamente con la ilegalidad y hacen que la codicia sea su fiel sirviente. Este tipo de persona son de las que caminan por las calles oscuras de la ciudad y las personas se apartan de su camino. Son las que imponen respeto, y por sobre todo, miedo.
Mientras los vendedores ambulantes se apresuraban a moverse del medio de la calle, los Cuervos caminaban con una velocidad bastante apresurada hacia, lo que ellos creían, su solución para cruzar La Sombra y poder vivir para contarlo
El primer destino era un contacto de Inej, una mujer que tenia la reputación de traer mujeres por medio de la sombra.
— Dinos como cruzar La Sombra seguros. — demandó Kaz.
— ¿La Sombra? Si conociera un camino seguro, seria más rica que todo el Consejo Mercante. — comunicó con cierta diversión. Todos sabían que pasar por ese fenómeno oscuro era prácticamente imposible.
— Me dijiste que traias chicas de Os Alta. Del otro lado. — Mientras Inej seguía insistiendo, esperando poder sacar una forma segura de cruzar, los otros dos cuervos se miraron sabiendo que la mujer no podría serles de ayuda.
