¿Por qué no admites que te gusta?

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Amy

Me levanto de la silla de la sala de espera de manera automática cuando escucho cómo la puerta de al lado se abre y veo cómo Dylan sale de la habitación en la que se encuentra su madre. Si os soy sincera una parte de mi quería entrar con él a verla pero por otra parte sé que no pinto nada aunque me hubiese gustado poder estar ahí en ese momento en el que él no estaba del todo bien. Me mira con una sonrisa en la cara y me fijo en que tiene los ojos un poco rojos, estoy segura de que ha seguido llorando. Hoy me acaba de demostrar el gran corazón que tiene a pesar de que mucha gente cree que carece de él. Le miro y acerca una de sus manos a mi mejilla y la acaricia.

-Está bien, ¿verdad? -le pregunto esperanzada y al ver que asiente suspiro tranquila.

-Está todo bien -me asegura- Tiene que quedarse hoy aquí pero mañana le darán el alta -asiento- Le he dicho a mi madre de quedarme pero dice que es una tontería -le sonrío- Es una cabezona así que iré a por ropa a casa para traérsela -me sonríe.

-Te acompaño -le miro fijamente y se muerde el labio. Le señalo- Y déjame decirte que yo también soy cabezona y no vas a convencerme de lo contrario -levanta los brazos haciéndose el inocente y asiente.

-Pues vayámonos entonces -dice rodeando mis hombros con uno de sus brazos. Al principio me pilla desprevenida aunque él suele ser bastante demostrativo y en cierto modo me gusta porque parece muy frío con los desconocidos pero cuando le conoces, te cuida, a su manera pero lo hace. Le miro de reojo y le pillo mirándome, me sonríe y le imito.

-¿Qué? -le pregunto y me muerdo el labio.

-Gracias por hacer tanto por mi en tan poco tiempo de verdad.

-Para eso están los amigos, ¿no? -le digo y me sonríe aunque no sé por qué algo en su mirada cambia. Decido dejarlo pasar, no tiene importancia.

Es increíble como en tan poco tiempo yo, que le miraba desde lejos creyendo que nunca podría estar así con él y miradme ahora, con el chico de mis sueños rodeándome los hombros y sonriendo como una tonta porque a veces, el amor de tu vida no lo tienes delante, a veces lo tienes justo al lado escuchándote y haciéndote reír como dos mejores amigos.

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Dylan

Pongo un par de pantalones en la maleta porque no sé cuál va a querer ponerse y después de coger un par de cosas más, cierro la maleta y me la cuelgo en el hombro para bajar hacia el piso de abajo. Me acerco a la escalera y una vez allí me detengo al ver a Amy parada en la entrada de casa con un marco de fotos en sus manos, veo que sonríe. ¿Por qué es tan bonita aún sin pretenderlo? Sonrío y me muerdo el labio mientras voy bajando poco a poco las escaleras y llega un punto en el que Amy me escucha y deja el marco en su sitio, me mira y me sonríe.

-Te pareces mucho a tu padre -admite y asiento con una sonrisa- Y sigues siendo igual que cuando eras pequeño.

-Que va -digo picándola y dejo la maleta en el suelo de la entrada- Ahora soy más guapo y más irresistible -le digo y rueda los ojos.

-Déjame dudarlo -se ríe y noto como aún me tiemblan las manos- De pequeño estabas para comerte.

-¿Y ahora no? -digo chinchándola y veo como se ruboriza. Escucho como se ríe mientras niega con la cabeza.

-¿Seguro que estás bien? -me pregunta y asiento- Sigues temblando.

-Tengo el susto metido en el cuerpo aún -le confieso y se acerca hasta a mi. Acerca -vergonzosa- una de sus manos a mi rostro y lo acaba moviendo hacia mi pelo para colocarlo mejor. Mientras yo aprovecho para mirarla más de cerca sintiéndome nervioso, sintiéndome un niño con las hormonas a mil, sintiendo el corazón a cien por hora con riesgo a estrellarme en a penas dos segundos. La miro y me sonríe con miedo.

"Nadie en su sano juicio se enamoraría de alguien como yo..."Where stories live. Discover now