Capítulo cuarenta y cinco

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 - ¿Qué demonios ha pasado papá?

Mi madre me llamó desesperada porque Camila estaba en casa fuera de control. Dejé el trabajo a cargo de Micaela y me marché de la oficina en dirección a la empresa. 

No tenía ni idea lo que estaba pasando, no se me ocurría absolutamente nada. Peleamos en mi despacho, pero por Luisana. ¿Qué tiene que ver eso con mis padres? Si Camila está fuera de sí tal y como me explicó mi madre, lo mínimo que podía hacer era mantenerme sereno si no quería que me devorase.

Cuando llegué a casa de mis padres, podía escuchar las voces de Camila desde el recibidor. Me apresuré por llegar hasta el despacho de mi padre ya que las voces me llevaban hasta allí. Mi madre no se equivocó en decir que Camila estaba descontrolada. Gritaba a la par que lloraba mientras que mi padre intentaba calmarla. Mis yayos, presentes en todo momento, observaban la escena  con temor e incluso con un poco de tristeza. Mi madre observaba furiosa, pero callada. Era lo mejor que puede hacer en estos instantes, las cosas no andaban bien para que mi madre también lo empeorara. 

Intenté interceder en esto sin tener ni idea de qué cojones iba la historia, pero parece que todos mis intentos habían llegado demasiado tarde porque las últimas palabras de Camila se clavaron en mi corazón como un puñal: "No vuelvas a tocarme ni a mirarme en tu puñetera vida Benjamín. Tú y yo hemos acabado. Nuestro contrato se puede ir al garete. Eres libre, tal y como querías... Ya puedes contarle a tu hijo que esa chica que ayudaste en el pasado es su jefa. La misma mujer que llama esposa".

- Lo siento hijo.

Mi padre puso una mano en mi hombro, pero me deshice de él. Busco una razón justificada a todo esto que está ocurriendo, pero no lo encuentro porque esto solo es culpa mía. Sí, así es. Es culpa mía porque no fui sincero. Tenía que haberle dicho la verdad, tenía que haberlo hecho antes de que ella se enterase por segundas personas. Lo peor de todo es que nunca imaginé que la persona que me delatara sea mi propio padre.

- Esto es lo que buscabas ¿verdad? No me respetaste y le contaste la verdad... No me diste opción – grité

Mi madre quiere entrometerse, pero mi padre se lo prohíbe. Pide a mi madre y a los yayos que abandonen su despacho para dejarnos a solas y ellos no ponen resistencia. Cuando estamos solos, mi padre suspira sin quitar la vista a una carpeta que sostiene en sus manos.

- Sé que no me vas a creer, pero yo no le conté mi verdadera identidad.

Alzo la mirada y no puedo evitar mirarlo con odio. Las palabras de Camila solo hacen culpabilizarme una y otra vez. Nunca imaginé que ese "tú y yo hemos acabado" doliera tanto. Esto solo produce más rencor hacia mi padre.

- ¿A qué se refería con lo de "esa chica"? ¿Qué quería decir con eso?

Boy cierra los ojos y masajea sus sienes. Gira sobre sus talones y toma asiento. Me invita desde lejos a que lo haga, pero desisto. Solo quiero entender qué cojones acaba de pasar. Quiero entender por qué cojones Camila me ha echado de su vida.

- La chica que ayudé y con la que siempre te comparé es ella, es Camila – admite con pesar. – Pero... Para entenderlo todo, tienes que ver esto.

Lanza en mi dirección la misma carpeta que ha sostenido desde que llegué. Agarro la carpeta con fuerza sin apartar mi mirada de rencor. Cuando abro la carpeta encuentro una noticia de un periódico nacional de hace dieciocho años atrás. Trata sobre un incendio y una familia cuyos padres se suicidaron tras el accidente. Después, una factura y varias documentaciones que recogen la firma de Franco Lopilato como promotor de un nuevo proyecto en ese mismo terreno seguida de la firma de mi padre como socio mayoritario de Bs Arquitectos. Entendí entonces que, con estos documentos, Camila había descubierto la identidad del dueño de Bs Arquitectos y, por lo tanto, mi propia identidad.

⋰⋱ Firmado, la Mujer de Acero ⋰⋱    {Benjamila}Where stories live. Discover now