Extra

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—He cambiado, Sana— WooShik aseguró con una sonrisa mirando a la menor a través del cristal que los separaba —Por favor, solo tienes que firmar un papel y volveremos a ser felices juntos.

Él intentaba convencerla, pues la única manera de que WooShik saliera de la cárcel era que Sana firmara un papel en donde dejaba libre de cargos a su ex marido, sin embargo, ella no iba a hacerlo, había sufrido demasiado y no iba a arriesgarse a seguir viviendo con el terror de que él volviera por ella.

—WooShik, te he explicado que eso no es posible— La nipona se negó.

—Amor, claro que lo es, solo debes confiar en mí y te mostraré que soy un hombre nuevo— WooShik intentaba convencerla —Puedo cuidar del bebé que estás esperando como si fuera mío, prometo que lo haré el niño más feliz del mundo.

—Es una niña— Sana informó.

Y el contrario intentó disimular la mueca de disgusto que se formó en su rostro.

—No importa que sea niña, la cuidaré a pesar de eso— El mayor seguía insistiendo.

—Eso no es posible, Tzuyu ya nos cuida demasiado bien— Ella sonrió al hablar de su esposa.

—¿Tzuyu?

—Sí, me casé con ella, la mujer a la que golpeaste, ella se encargó de cuidarme bien a lo largo de todo este tiempo y ella es la única que cuidará de la bebé que espero.

—Eres una zorra, no puedo creer que prefieras a ese fenómeno antes que a mí.

—¡No te permito que le hables de esa manera! — Sana levantó un poco la voz.

—¡No me importa lo que me permitas o no, esa perra es tan inservible que ni siquiera te pudo dar hijos varones! — Él soltó con desprecio.

—¡Para tu información este es mi tercer embarazo, tuve un niño hace un año y no tendría que darte explicaciones cuando tú ni siquiera puedes dar descendencia, infértil de mierda!— Sana se levantó enojada de la silla en la que se encontraba —Como se nota que sigues siendo la misma basura de todos estos años— Y dicho esto la nipona rompió el papel que podía dejar libre a WooShik.

—¡No! ¡¿Que mierda hiciste?!— Este gritó llamando la atención de los oficiales quienes se acercaron para tomarlo de los hombros y regresarlo a su celda debido al alboroto —¡Maldición suéltenme! — El coreano intentaba zafarse.

Y Sana simplemente se dio vuelta para salir de aquel desagradable lugar.

A pesar de todo la nipona estaba tranquila por saber que WooShik ya no era un peligro para ella.

Y con esa misma paz salió de las instalaciones de aquella prisión encontrándose con Tzuyu esperándola en su auto junto a sus hijos.

Y sin poder evitarlo una sonrisa se formó en sus labios al mirar a su hermosa familia esperando por ella.

—Lo siento, ¿Tardé mucho? — Sana preguntó preocupada.

—No, aún estamos a tiempo— Su esposa aseguró abriendo la puerta del copiloto para Sana.

Y con esto la mayor entró al auto para emprender camino hacia el hotel en donde sería la boda de su mejor amiga.

No estaban muy lejos, por lo cual llegaron rápido y una vez ahí ambas entraron hasta la habitación en donde Nayeon se preparaba para casarse.

Tzuyu sonrió al verla, ver a su mejor amiga en ese hermoso vestido blanco simplemente llenaba su corazón de orgullo.

—Luces preciosa— Tzuyu aseguró con una sonrisa y los ojos cristalizados mientras admiraba a su mejor amiga.

—Gracias Chewy— Nayeon sonrió levemente debido a los nervios, aún no podía creer que estaba a punto de casarse.

—¿Estás bien?— Sana preguntó mirando a esta negar con la cabeza.

—Estoy muy nerviosa, solo quiero que todo sea perfecto, pero no sé si pueda hacerlo bien, es decir, estoy feliz, pero, ¿Y si no puedo ser una buena esposa?— Nayeon comenzaba a alterarse de nuevo.

—Oye, oye, tranquila— Sana se acercó a ella para acariciar sus brazos —Todo va a salir bien, es muy normal que estés nerviosa, yo también lo estuve el día de mi boda, pero no debes dejar que eso te consuma, lo harás excelente, estoy segura de eso— La nipona alentó.

—Gracias Sanie— Nayeon agradeció estando un poco más tranquila mientras miraba hacia arriba intentando retener sus lágrimas, pues no quería darle más trabajo a la maquillista arruinando nuevamente su hermoso maquillaje.

Además, la boda estaba por comenzar, ya no había tiempo para llorar, Nayeon ya lo había hecho, ahora solamente quedaba salir y casarse de una vez por todas, no debía ser tan difícil, Nayeon estaba enamorada de quien esperaba por su salida en el altar, o más bien, en la terraza del hotel.

Entonces dándole un último abrazo Sana y Tzuyu salieron de la habitación para ir con dirección a la terraza y ocupar un lugar entre los asientos que ahí habían.

Esperaron un par de minutos para que la música de bodas comenzara a sonar causando que todos miraran expectantes hacia la entrada por donde Nayeon apareció con ese hermoso look de novia.

Todos estaban deslumbrados por mirarla de esa manera, tan linda con un velo blanco cubriendo su rostro y cabello que no pasaba desapercibido su bonito peinado y delicado maquillaje, así como también un pulcro vestido blanco con una cola que caía por el piso haciendo juego con unos lindos tacones del mismo color de su vestido.

Y Jihyo no pudo evitar dejar ir un suspiro al mirar a su prometida caminar tan hermosa hacia ella.

Definitivamente proponerle matrimonio a Nayeon había sido la mejor decisión que había tomado en su vida y estaba segura de que jamás se arrepentiría, porque Nayeon era la única mujer con la que quería pasar el resto de su vida y esa misma tarde lo iba a confirmar al colocar sus respectivos anillos que representaban el pacto de vida que habían hecho juntas.

El resto de la tarde fue fiesta tanto para la pareja de recién casadas como para los allegados que habían sido invitados a presenciar la unión de dos almas que se ofrecían mutuamente amor incondicional.

Tzuyu no podía evitar sonreír en grande cada vez que veía la sonrisa de su mejor amiga, porque después de tanto tiempo Nayeon podía ser feliz al lado de la mujer que amaba y la felicidad de Nayeon era también la felicidad de Tzuyu, porque mirar la sonrisa de su alma gemela simplemente no tenía precio, era una sensación tan cálida que llenaba su pecho de orgullo y felicidad.

Y todos compartían aquella felicidad acompañada con un poco de alcohol para celebrar la fiesta que recién iniciaba, sin embargo Sana y Tzuyu debieron abstenerse, aunque aquello no fue un impedimento para pasar una tarde alegre, claro, sin necesidad de hacer a Sana esforzarse de más o poner en riesgo su embarazo.

Estuvieron ahí hasta que la noche cayó y cada quien debió abandonar la fiesta, las recién casadas para ir con dirección a su habitación de hotel y terminar de celebrar juntas hasta el siguiente día, y la familia de Sana con dirección a casa para descansar y cuidar de su bebé en camino.

Cada una disfrutando la compañía de su pareja de una manera distinta, pero que a la vez era bastante parecida.

𝐄𝐬𝐭é𝐫𝐢𝐥 - 𝐒𝐚𝐭𝐳𝐮Where stories live. Discover now