8. I'm getting old, and I need something to rely on

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Era como un muerto, una persona sin ninguna motivación, así se sentía mientras estaba en la sala de espera mirando detenidamente el reloj que marcaría la hora de su cita. Ya no tenía nervios ni ansiedad, únicamente tristeza.

Recordar lo sucedido en ese fin de semana se sentía tan bien al mismo tiempo que mal. Luego de regresar de Tokyo, todo lo que supo de la banda fue por medio de los noticieros, lamentablemente era una polémica generada por el pianista, Hanta, el cual quedó envuelto con drogas y detenido por la policía. Kacchan de seguro se hallaba furioso.

Quería llamar para preguntar cómo se encontraba y saber si todo lo que estaba sucediendo con el pianista lo había afectado; sin embargo, por acuerdo de ambos, no intercambiaron ninguna forma de contacto. Era mejor así, alejar a la tentación era la manera más efectiva de no caer en ella.

Miró la manecilla dar otra vuelta. Sus compañeros estaban preocupados por él, ahora se veía más cansado que antes, según ellos, se encontraba peor que antes. El paso del tiempo se hizo más insoportable al ver su triste futuro, otro amor se le escapaba entre los dedos.

¿Todavía tenía alguna oportunidad? Tal vez la persona que conocería ese día pudiera aliviar su adolorido corazón. No debía perder la esperanza, al menos no ahora o no quedaría nada de él. Aunque, realmente lo que quería era escapar de ese lugar, dejar de lado todo sobre las parejas par y poder estar con Kacchan. ¿Él lo esperaría?

Alejó los pensamientos estúpidos con un resoplido. Era un hombre con un hijo, no podía dejar a su pequeño sin un padre por tanto tiempo. La responsabilidad se anteponía a los sueños cuando se hacía mayor, había que hacer lo que se tenía que hacer, eso era todo.

Cuando el reloj marcó la hora exacta de su cita, Izuku miró hacia un lado, a la multitud de puertas junto a la sala de espera. Solo faltaba que mencionaran su nombre para acabar definitivamente con toda idea infantil y romántica que tuviera sobre él y Kacchan. Un golpe de realidad era lo que le hacía falta.

—Midoriya Izuku —llamaron desde una puerta donde estaba saliendo una pareja visiblemente incómoda.

Izuku se levantó dejando salir un largo suspiro, era hora, el comienzo del resto de su vida.

Empezó a caminar hacia la puerta semiabierta con paso dudoso, cuando un segundo llamado lo hizo saltar en su lugar.

—Takami Keigo.

Alcanzó a abrir la puerta, antes de que un hombre alto y rubio se pusiera a su lado dedicándole una sonrisa.

—Vamos para el mismo sitio —dijo este permitiendo que Izuku entrara primero.
Se sentaron frente a una mujer de cabello largo, atado en un moño, y ojos grandes.

—Es un gusto tenerlos aquí, soy Asui, me encargaré de su proceso hoy.

Un constante movimiento a su lado hizo a Izuku mirar hacia allí de reojo, notando como la pierna del hombre junto a él se movía de arriba a abajo. Estaba nervioso, demasiado, quizás superaba los nervios que el propio Izuku sentía.

—Comencemos por lo más sencillo —dijo Asui, empezando a acomodar en la mesa los papeles que necesitarían—. Inicien con una presentación sencilla.

—¡Sí! —exclamó Izuku, poniéndose rojo de inmediato al darse cuenta de su tono de voz—. Lo siento.

Volteó a mirar al hombre frente a él e hizo lo mejor por sonreírle, por no mostrar lo que estaba atormentándolo por dentro.

—Hola, soy Midoriya Izuku. Soy profesor de música.

—Hola... Soy Takami Keigo. Trabajo como bombero.

One more timeWhere stories live. Discover now