1

835 36 2
                                    

Era de noche, se notaba por como las farolas iluminaban la calle. Para algunos era mejor dormir, y para otros era el mejor momento para salir de fiesta, claro que para Tom kaulitz, siempre era la segunda opción.

Él se encontraba en una de estas fiestas, iba ebrio, lo suficiente para no saber ni donde estaba, lo único que sabía es que había ido con su hermano a una fiesta a unas cuadras de su casa, lo demás lo tenía todo muy borroso en su mente.

Rondaban ya las 2 de la mañana, estaba muy perdido y verdaderamente ebrio, no muy lejos de allí unas chicas lo estaban mirando con deseo, cuchicheando entre ellas.

— Griselda, ves a ese hombre de allí —señaló a Tom desde lo lejos— es el integrante de una banda, se llama Tokio hotel, el ya tiene 24 años —se notaba que también iba pasada de copas, pero a lo que parecía su amiga, Griselda, no iba tan mal de ebriedad y era más consciente.

— Lo veo, ¿Que pasa con él?

— Lo que pasa amiga mía, es que esta buenorro, y bueno también forrado, que tal si apostaramos algo —La más ebria de las dos saco de su bolsillo cincuenta euros y se los enseño a su acompañante agarrandolos bien entre dos dedos— Te apuesto cincuenta pavos a que es imposible que te lo puedas tirar

Griselda miro un poco mal a su amiga, pero no podía rechazar algo así, y le pareció bastante fácil ya que Tom andaba en s y no se le notaba muy sobrio.

— Acepto —sin más que decir se alejo de su amiga y se acerco a Tom a paso lento.

Su amiga desde la barra observaba todo lo que ocurría, no escuchaba nada por la música muy alta, pero supo que había perdido sus cincuenta Euros cuando vio a su amiga llevarse a Tom de la mano mientras le susurraba algo al odio en forma de seducción.

Y en lo que restaba de noche, no supo más de ella.

[...]

Los pájaros se escuchaban afuera de la ventana, no molestaban pero indicaban que ya era de día, era bastante agradable escucharlos.

No tanto para un Tom de resaca, le dolía tanto la cabeza que hasta escuchar los sonidos más mínimos le molestaban, sin saber muy bien de su situación y por todo lo que le dolía la cabeza solo se levantó y se sentó al filo de la cama analizando bien su entorno.

Por otro lado estaba Griselda, que se acababa de levantar también en cambio del chico a ella no le dolía tanto la cabeza, tan ebria la noche anterior no estaba, pero cuando se acomodo bien en en filo de la cama, recordó de golpe toda la noche anterior.

Al mismo tiempo los dos se miraron, estaban como dios los trajo al mundo, desnudos y en contra de su voluntad.

— ¡Dios mío no me mires date la vuelta! —desesperada intento tapar su cuerpo con la manta.

El chico que no entendí que pasaba simplemente se dio la vuelta, notando que él también estaba desnudo, y rápidamente se tapo con la sabana y entre el suelo busco sus calzones.

Tuvo existo, rápidamente se puso su parte de abajo y un poco más calmado miro a la chica que estaba a su lado ya vestida.

— No se por que me miras tanto, no tengo nada en la cara

— No es por eso, no logro entender como acabamos así —Aún le dolía la cabeza pero estaba seguro de que esa era su habitación, la habitación de su casa.

— Anoche hice una tonta apuesta, me tengo que ir, mi amiga debe estar preocupada por mi —No dijo mucho más y pasó al lado de Tom para salir por la puerta— Siento lo de anoche, tengo pastillas para el dolor de cabeza —saco de su bolso un bote de pastillas casi vacío— Quedatelo, me quedan muy poquitas —se las lanzó a la cama y se fue por la puerta.

¿Mi Papá? || Tom kaulitz Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang