II

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Un segundo.

Un segundo tardó la Diosa en pulverizarse con su resplandor ardiente. Mi cuerpo hizo combustión espontánea de inmediato, convirtiéndome en miles de partículas de polvo.

Ante el calor latente, sentí su mirada clavada en mi frágil cuerpo, en la eternidad de ese único segundo.

FragmentosWhere stories live. Discover now