HE TOCADO EL TIMBRE.

3 0 0
                                    

Por favor ya abre la puerta.

Son casi las seis y ya estoy tocando el timbre, esa rara costumbre pues a veces olvido que ya no estás aquí.

Creo que ya ni siquiera suena, o tal vez ya no lo escucho, dijiste que no pagara los servicios y eso hice.

Pero no logro dejar de timbrar, siempre salgo a trabajar de madrugada y pongo mis dedos ahí, a veces hasta el puño, lleno de mi completa frustración, porque otra vez... Lo he olvidado.

Las estrellas que brillan débiles con la luna medianamente pálida a diario observan como intento despertarte pero ahora sin sonido.

Viejo amigo... Cuando falleciste no sólo te llevaste la vida propia, te llevaste grandes fragmentos de la mía.

Desde que tu esposa se fue con otro fuí quien cuidó de tí, sé que nunca dejó de doler y esa era la razón de tu mal dormir, intentaste mucho y así llegamos a esto, al irme tú tendrías que despertar, el timbre era tu alarma y sabía que estabas despierto cuando la luz encendia.

Por favor abre la puerta, prende la luz o maldice. Pero quédate.

Hoy ya no pude, toqué involuntariamente y mi corazón se partió, me desmoroné y mi cara se empapó de lágrimas, si pudiera abrazaría la puerta, pero no puedo, en cambio tengo la manija apretada fuerte, hasta mis nudillos están blancos pero entiéndeme, ya no puedo.

Pediste que tocara el timbre al irme, pero aseguro que ahora debes añorar que deje el botón en paz...

Sé que podré con esto, es una promesa, pero déjame intentarlo un poco más, tal vez regreses si lo intento por más tiempo, si lo intento más fuerte, si lloro más, si te pido de regreso sin tanto silencio.

La gente ya ni me nota, ven un poco normal verme en la puerta cuando van con sus hijos a la escuela, algunos creo que llegan a compadecerme, cosa que odio porque no deberían.

No sé a que quiero llegar con esto, verdaderamente ya no sé que hacer, dicen que estoy en duelo, pero ya nisiquiera niego tu muerte, tampoco niego mi dolor, pero una parte de mi subconsciente niega soltar el botón.

Quiero llenarte de patadas la puerta pero mi impaciencia no tiene porque molestar a ajenos, tengo las llaves pero no soy capaz de abrir, me gusta imaginar que no abres porque estás muy cansado y muy dormido, no muerto, sino recostado, cómodo, en paz...

Prometo que dejaré de tocar, dejaré de tocar cuando mi corazón deje de doler ante tu recuerdo.

cuentos Where stories live. Discover now