07 | El boggart del armario ropero

31 3 0
                                    

07

El boggart del armario ropero

Malfoy no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a los mellizos, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

—¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?

—Sí —dijo Malfoy, con gesto de hombre valiente. Pero los mellizos vieron que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.

—Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente.

Lissa, Harry, Hermione y Ron se miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se había librado de los castigos en las clases de Snape. Snape era el jefe de la casa de Slytherin y generalmente favorecía a los suyos, en detrimento de los demás.

Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado de Lissa y Harry, para preparar los ingredientes en la misma mesa. Hermione y Ron los observaban.

—Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

—Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.

Ron se puso rojo como un tomate.

—Si me permite profesor —interrumpió Malfoy—, Weasley es un desastre. Estropeará mis raíces, señor. —Snape miro a Malfoy atentamente. Malfoy sonrió para continuar—. Yo sugeriría a Potter, profesor.

Lissa y Harry se miraron, atónitos, y luego miraron al profesor Snape.

—Sea más específico, Malfoy —respondió Snape—. ¿Cuál de los dos Potter?

—A la señorita Potter —respondió Malfoy.

Lissa miro a Harry, este la miraba risueño, luego miro a Malfoy.

—No le pasa nada a tu brazo —le dijo Lissa a Malfoy entre dientes.

Malfoy le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.

—Ya has oído al profesor Snape, Potter. Córtame las raíces.

Lissa agarró el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y dijo:

—Te atreves a emitir algún comentario, Malfoy —comenzó Lissa—, y cortaré tus raíces mal, dejándolas todas de distintos tamaños.

Malfoy no dijo una sola palabra. Lissa paso el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.

—Profesor, necesitaré que me pelen este higo seco —dijo Malfoy, con voz impregnada de risa maliciosa.

Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Lissa una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.

—Señorita Potter, pela el higo seco de Malfoy —dijo Snape.

Lissa agarro el higo seco de Malfoy, lo peló tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Malfoy sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Malfoy era más amplia que nunca.

—¿Han visto últimamente a su amigo Hagrid? —les preguntó Malfoy en voz baja.

—A ti no te importa —dijo Lissa entrecortadamente, sin levantar la vista.

LISSA POTTERWhere stories live. Discover now