❝Si lo prohibido es dulce,
¿qué te impide darme una probada?❞
Cuando dos seres que anhelan lo mismo se encuentran, la catástrofe será imparable, pero el tentador sabor del éxtasis apaciguará cualquier rastro doloroso luego de la demolición.
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Desde el incidente en el baño, Jungkook no volvió a ser el mismo.
Hubo fases de por medio donde se presentaron variaciones extrañas.
Específicamente su cuerpo empezó a transitar por diferentes cambios. No físicos, él todavía mantenía su musculatura envidiable y no común de un Omega, esa que siempre fue juzgada y mal vista; se trataba de algo sensitivo, como si sus sentidos despertaran de repente de un sueño profundo e hirvieran cual volcán en erupción.
Ni idea de qué sucedía, pero las ansias de querer tomar algo –¿o a alguien?– se intensificaban junto a las sensaciones brumosas de desespero.
Eso no tendría por qué pasarle a Jungkook.
Ardía, su piel caliente y mejillas sonrojadas así lo afirmaron en el reflejo del espejo. Había tomado una ducha y sus hombros y pecho ya estaban repletos de grandes gotas de sudor. El vaho empañó el cristal con prontitud, ahora solo había un borrón deforme frente a él; un destello de lo que habitaba dentro. Entonces, aspiró fuerte, aquella mezcla de aromas entrando a sus pulmones lo volvió demente. La degustó en sus papilas y las venas en sus brazos se endurecieron bajo todas las capas de piel.
Tensión dolorosa y hambre sofocante. Jungkook se sentía alerta y muy muy hambriento, como si se hubiera privado de alimentos por varios años y toda esa hambruna explotara de repente a tonos alarmantes. Aunque dicha metáfora no estaba tan lejana de la realidad.
Lo quiso contener, pero no, por más que trató, no pudo luchar contra sí mismo. Así como un loco, se tumbó al suelo, abriendo sin demora el cesto donde depositaba la ropa sucia para lavar. Apartó las piezas de prendas con ansiedad, sus brazos trabajaron velozmente, su olfato agudizándose al punto de poder oler aquella exquisitez con mayor facilidad. Y pronto estuvo entre sus manos la camiseta gris que había usado días atrás.
No dudó en llevarla hasta su nariz e, ignorando lo poco higiénico que era aquel acto en sí, tomó vorazmente cada mínima partícula impregnada en la tela.
Inhaló. Exhaló. Atónito.
Tierra húmeda, bosques frondosos, amargo, dulce. El deleite provenía de la fragancia de...
<<No lo pienses, no lo...>>
Taehyung.
—Taehyung... —nombró el Omega, acariciando las letras con especial curiosidad. Lo recordó: aquel rostro lloroso por el deseo pleno, la entera disposición que le mostró sin ataduras, su polla dolorida y goteante aplastada entre el calor de sus cuerpos, los agrietados sonidos que hizo, lo fácil que se dejó llevar; permitiéndole en todo momento liderar y hacer de él un desastre si quería—. Taehyung...
