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—¿Y si ya están muertos? ¿Cómo nos vamos a olvidar de avisarles? Kyle, hace mucho frio aquí, vamos a morir de hipotermia— desvariaba el castaño entre fuertes temblores, el mencionado suspiró, dejando escapar una nube blanca de entre sus labios—. Está muy oscuro ¿Me puedes abrazar?

—Ven aquí— musitó el pelirrojo, atrayendo al más bajito hacia su cuerpo—. Ya cálmate, Stan y Tolkien estarán bien.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?

—Clyde...mira lo que es este pueblo, desde siempre fue una trampa mortal, vivimos cosas peores y salimos totalmente ilesos de ellas.

—Ustedes...nosotros no.

—Stan no dejará que le pase nada a Tolkien— aseguró—. Fíjate que en cualquier momento pasarán por esta puerta.

—Kyle, no quiero sonar pesimista pero ya he visto como actúa Stan en situaciones de adrenalina, deja a cualquier persona atrás, se concentra tanto en su supervivencia que se olvida de los demás.

Clyde no se había dado cuenta, pero el comentario provocó una dolorosa punzada en su interior.

—No lo hace a propósito— soltó en un hilo de voz, de inmediato carraspeó—. En situaciones así, a veces, uno no puede detenerse a razonar.

—Como tu digas.

Los dos jóvenes se pusieron en guardia al notar un gran alboroto justo debajo de ellos. Se oyeron gruñidos y golpes secos. Clyde se acercó al pelirrojo, rezando con intensidad para encontrar a sus dos amigos cruzando por aquella diminuta puerta.

—¡¿No podrían haber avisado antes que abajo estaba infestado de muertos?!

El joven de cabello castaño se llenó de alegría al escuchar ese reclamo por parte de su amigo. No pasó mucho tiempo antes de que alguien atravesara la puerta. Clyde se puso de pie de un salto, abrazando al recién llegado entre disculpas apresuradas y chillidos emocionados. Detrás de ellos, Kyle soltó una risita.

—No sabía que preferias a Stan antes que a mi— se congeló, atrás del mencionado, Tolkien se cruzaba de brazos.

—¿Qué? ¿Stan? P-pero...tu pelo— en medio de la oscuridad, pasó sus manos por el cabello del más alto, sintiendo las pequeñas ondulaciones que se formaban en este— ¿Que le pasó a tu pelo lacio? ¿Y tú gorro?— inquirió antes de separarse, yendo a abrazar, ahora sí, a su moreno amigo.

—Por mas que me pese, mi pelo no es lacio, es ondulado, solo que me lo planchaba y me lo aplastaba más con el gorro, que por cierto...¿Dónde está mi gorro?— el pelinegro se palpaba la cabeza y el cuerpo en búsqueda de su prenda favorita.

—Lo tengo yo— habló Tolkien—. Se te cayó mientras subíamos por las escaleras, lo agarré en el aire.

—Gracias.

—¿Están bien? ¿Ninguna herida o mordida?— interrogó Kyle, tranquilizandose ante la respuesta negativa de los pelinegros.

—Lo siento tanto, no tendría que haberme ido corriendo así— se disculpó Clyde.

—No te preocupes, por lo menos seguimos todos juntos— le restó importancia Stan.

Los cuatro chicos se sentaron en el suelo de la casita, nerviosos de romper las viejas maderas que la conformaban. Sin protección en la puerta ni las ventanas, el frío viento los golpeaba casi directamente, y no tenían manera de calentarse más que apoyándose en el cuerpo otro. Con la tenue luz de la luna como única amiga, Stan y Tolkien intentaban calmar sus respiraciones, mientras Clyde se tapaba la nariz debido al olor desagradable que despedían los otros dos. Olia a muerto.

DEAD CHRISTMAS [South Park]Where stories live. Discover now