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Elizabeth.

-Por esta acta se legaliza el divorcio de los señores Michael Corcoran y Elizabeth Egan Gillies, el día treinta del mes en curso.

Tomo un respiro profundo, mirando a Michael frente a mí, que tiene un rostro decaído y serio, pero que termina por sonreírme y ponerse de pie, se va sin mirarme de nuevo, en compañía de su abogado, dejándome descompuesta en medio de un juzgado.

-Elizabeth, vámonos -la voz de Leon me hace volver de la ensoñación en la que me sumerjo parcialmente, me pongo de pie como si mi cuerpo estuviera hecho de plomo, y por un momento quiero devolver el tiempo para que nada de lo que me tiene en este punto haya tenido la oportunidad de suceder, que se convierta solo en un mal sueño del que pueda despertar pronto.

Sin embargo, sé que no hay la más mínima chance, y que debo salir de este lugar antes de ahogarme en el mar de llanto que me causa el no saber qué tuve que haber evitado cuando estaba amando a dos personas al mismo tiempo y usando a una como mi soporte porque no me hacía sentir intimidada ni insegura, porque con ella al menos tenía el control que creía necesario en mi vida.

Recuerdo muy bien la noche en la que estando ebria fui a buscarla a su casa, y la vi de mano con otra chica, con una sonrisa que se supone que me pertenecía únicamente a mí.

Yo sabía que no me merecía ese buen trato, tampoco los besos ni las caricias que solo sentía en esos momentos en los que las peleas con el hombre con quien había decidido unir mi vida apenas unos meses después de dejarla a ella me daban la oportunidad de huir, me martirizaba pensar que en realidad no podía quedarme en medio de los dos, y ahora no tengo a nadie que me ame, dejé que todo se fuera por la borda creyendo que la soledad no iba a afectarme, que era una muestra de debilidad que yo jamás podría expresar.

Los pasillos de salida del juzgado se me hacen interminables, las puertas inmensas y la carretera parece un camino solitario en medio de la noche que me causa miedo recorrer.

-Tranquila -Leon apoya su mano en mi hombro y me propone dejarlo conducir, cosa que en cualquier otro momento declinaría con un gesto de desprecio.

-Sí, creo que es lo mejor -me acomodo en el asiento del copiloto poniéndome el cinturón y viendo las hojas de un pequeño árbol ser mecidas por el viento del otoño.

-¿Quieres ir a casa de Avan? -asiento sin hablar, poniéndome los audífonos y buscando la más triste entre las cientos de canciones de Spotify, dejándome ir en recuerdos.

'...No sé exactamente qué hora es, pero sé que el sol no ha salido y que el alcohol en mi cuerpo no se ha ido todavía; mis ojos arden un poco con las miles de lágrimas que sé que buscan salir, pero me niego rotundamente a que me afecte tanto.

«¿Por qué estaba con ella?» el sofá de la casa parece ser mucho más pequeño de lo que lo recordaba, segundo a segundo pasan por mi cabeza los recuerdos de su despedida, una que me dejó sin armas para pelear por -tan si quiera- un beso más.

-¡Amor, ¿dónde estabas? Estaba preocupado!

-Solo necesitaba un respiro, bebí demás con Matt y...

En realidad, no creo que quiera darle más explicaciones, así que me pongo de pie como buenamente puedo y camino hacia la habitación sin mirar a Michael.

{...}

La luz del sol pega en mi rostro fastidiándome, me cubro con las mantas en un intento vano de hallar la oscuridad necesaria para dormirme de nuevo e ignoro olímpicamente el malestar creciente en mi estómago.

-Cariño, despierta, te traje un medicamento y el desayuno, debo salir para el aeropuerto.

-¿El aeropuerto?

-Teníamos un viaje de negocios, pero como estabas indispuesta asumí que no podrías ir, no tienes que preocuparte de nada por ahora.

Salgo de mi escondite y le regalo una sonrisa forzada, tomando el vaso de juego de naranja de la pequeña bandeja y bebiendo todo de un sorbo.

-Gracias...

-No importa, cielo -sonríe peinándome el cabello y se acerca en busca de un beso que le doy sin más complicaciones, se despide prometiendo traerme algo, y yo lo dejo ir intentando que su ausencia duela un poco más, porque se supone que debe ser de esa manera...'

-¿Cómo te sientes?- mi risa nasal constata las emociones en mi pecho, y el castaño me abraza de manera protectora, dejándome deshacerme otra vez.

-¿Cómo fue que llegué a esto, Avan? -me mira excusándose por no conseguir las respuesta a mi pregunta, y león, con todo el pesar del mundo, sale por la puerta principal.

-No puedo responderte por qué en este momento todo está tan roto, linda. Sin embargo, sé que no hay más opciones que subir cuando tocamos fondo; dedícate a otras cosas, explora un horizonte nuevo, ve a terapia y sana poco a poco, sin afanarte, tienes todo el tiempo del mundo para entender el amor, y dejar que te encuentre.

«Dejar que me encuentre...»

-Dime una cosa -mis ojos están fijos en la pared de en frente, viajando entre el jarrón y las margaritas...

Sonrío con ironía, recordando que me casé con un ramo de esas flores.

-¿Qué quieres que te diga? -sorbo mi nariz, dejando de llorar y acurrucándome en los brazos de la única persona que sabe qué es lo que me hizo cometer este montón de idioteces.

-¿Vas a buscarla, después de acabar con el matrimonio vas a buscar a Vic?

Su pregunta me congela porque no me había dado el espacio de pensar en ella en mucho tiempo, no como se supone que debía, y no porque de repente ella no me importara; no asistí al concierto de Ariana hace siete años y no la he visto durante todo ese tiempo porque me causa un miedo inmenso pensar en volver a verla.

-Yo... La verdad no había pensado en ella, hace mucho tiempo que se convirtió en algo parecido a un fantasma y aunque sé que si apareciera me revolvería el mundo, honestamente ya no sé cómo se siente tenerla a mi alrededor.

-Claro que lo sabes, Elizabeth. En parte tu matrimonio se acabó porque no habías superado su pérdida, porque estabas siempre buscando su recuerdo en todos lados; ¿quieres que te recuerde el montón de noches desvelándome contigo al principio de todo, cuando apenas te enteraste de lo que tenía con Camila?

-¿Por qué me estás reprochando todo eso, yo acabé con el matrimonio, solamente es mi responsabilidad asumir que pasamos siete años intentando amarnos, sin resultado?

-En ti más que en nadie estaba la responsabilidad, cuando aceptaste el anillo de compromiso y cuando dijiste que aceptabas quedarte con él el resto de tu vida aunque sabías perfectamente que estabas matando de dolor a alguien que daba su vida por amarte. Si eso ahora te pesa es porque sabes que no estoy mintiéndote.

-¡Ya basta, Avan Jogia! Sé que ella es tu mejor amiga, sé que le hice daño y he tenido que pagar esas consecuencias una por una y ya está siendo suficiente todo esto que estoy sintiendo -me pongo de pie con enojo- No vine a que me reproches, maldita sea.

Sin decirle nada más salgo de la casa y tomo el primer taxi que encuentro con rumbo al lugar en el que he vivido todo este tiempo, sé que él ya no tiene nada allí, pues sus pertenencias fueron desapareciendo poco a poco hasta que su presencia también desapareció.

Al abrir la puerta encuentro un sobre con lo que parece ser una carta, pero no tengo intenciones de leer nada, quiero descansar de todo esto y solo podré hacerlo tomándome un somnífero y dejándome ir en los cálidos brazos de Morfeo.

El cuestionamiento del canadiense permanece en mi cabeza, ¿de verdad voy a buscarla después de esto, vale la pena que repita, de cierta forma, lo que hacía cuando aún no me casaba?

Ella no es un pegamento para mi corazón, y además no sé qué ha sido de su vida.

Re-building for us {Pieces of us- Libro II}Where stories live. Discover now