D I E C I S I E T E

520 76 2
                                    

Dos semanas habían pasado desde que Steve conoció a Tony. Resulta que ambos aprendieron a llevarse bien y congeniar de una forma que haría pensar a los demás que éstos individuos se conocen desde hace años.

Dos semanas en las que Steve vendió más de sus apuntes y consiguió más dinero para volver a asistir a dicho lugar que, aunque ahora pasaba mucho menos tiempo en su mente, seguía ahí.

En serio deseaba ver a Antoshka nuevamente. Es por éste mismo deseo que Steve había visitado en dos ocasiones más el prostíbulo.

Ambas ocasiones fueron en viernes por la noche, cuando Bucky dormía profundamente y no despertaba hasta el día siguiente.

Y aunque sólo asistió por ver a Antoshka hacer su show, también fue a ese lugar para dejar de pensar en ciencias y proyectos universitarios. Y quizás -aunque no lo quiera admitir- dejar de pensar un poco en Tony.

El chico tenía un algo, un no sabe qué, que lo hacía sentir sumamente atraído. Su personalidad era un caos, pero un caos que te termina atrapando y Steve aprendió a entenderlo. Su rostro era sencillamente hermoso, y su físico era una obra de arte.

Steve lo quedaba viendo más veces de las que quería aceptar, sólo por el hecho de que se veía hermoso. Aunque a pesar de congeniar muy bien, y sentir una conexión extrañamente especial, sentía que Tony no se dejaba conocer lo suficiente.

Bueno, basta de pensar en Tony.

Steve acomodó su abrigo y su bufanda nuevamente, tomando sus llaves en silencio como si fuese un espía, salió de su habitación haciendo el menor ruido posible.

[...]

Tony nunca solía llegar tarde a ningún lugar, pero últimamente se le estaba complicando ser puntual.

—Cuando sea CEO de mi compañía ni siquiera asistiré a reuniones de mierda.

Reclamó molesto entre dientes mientras entraba a su camerino. Veinte minutos tarde, y aunque fue descuidado entrar así con la cara descubierta al prostíbulo, nadie notó mucho su presencia.

Todo esto era culpa de Steve. Del bueno de Steve. Ese chico parece que nunca había maldecido en su vida.

Tan amable y correcto. Tan atento y cordial. Sus actitudes y donas casi diarias hacían a Tony sentirse intimidado por tanta atención. Bien es cierto que Rhodey o Pepper igualmente se preocupan por él, pero con Steve se siente distinto. Se siente lindo y dulce aunque sólo sean detalles que Steve seguro hace para no ser regañado por su impuntualidad.

Tony suspiró agotado. Si bien ganaba lo suficientemente bien para vivir una vida normal durante el mes, la rutina lo estaba acabando, y mucho más ahora que comenzó a tener dos bailes por noche, eso sumado al proyecto de la feria y sus estudios personales.

Se quitó la ropa y la acomodó en su mochila, para luego ponerse el tan llamativo uniforme de trabajo, acompañado de su máscara y sus tacones infaltables.

Aprender a caminar con ellos fue un desafío, pero como buen Stark, dominar éste arte fue sencillo. No por nada es un genio.

Cuando se sentó en su tocador para acomodar su cabello, recordó nuevamente al rubio. Ese rubio que venía cada cierto tiempo a este lugar intentando pasar desapercibido, pero que por supuesto, Tony ya casi conocía a la perfección.

Steve Rogers, quién lo diría.

Poco común - [Stony]Where stories live. Discover now