D I E C I N U E V E

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Apenas la música se detuvo y se despidió de su público, corrió a su camerino y azotó la puerta tras de él.

Tony se apoyó con los brazos sobre la puerta de madera, se quitó la máscara y supo que el calor de sus mejillas no era provocado por el calor del látex, si no, por la presencia de dicho rubio idiota. Suspiró intentando regular su respiración y los temblores de su cuerpo.

No sabía cómo se sentía, y tampoco el motivo exacto. Tenía muchas emociones revueltas en sí mismo, los nervios, el miedo, el cansancio e incluso muy, muy en el fondo de sí, el gusto. Sí, el gusto de que Steve estuviera entre toda esa gente y colegas mirándolo a él y solamente a él.

Pero demonios, si Steve supiera que ese bailarín del prostíbulo era Tony, sería una pérdida total de su dignidad, de su identidad, su vida cotidiana, y hasta de su reciente amistad con el rubio.

A pesar de todos los choques de personalidad que tenían a diario por el  proyecto de ciencias, ambos habían aprendido a congeniar, y Tony se sentía cómodo en compañía del rubio. Demasiado, y eso le asustaba.

Lo único que esperaba era no ver a Steve de cerca en su camerino otra vez, de verdad no sabría cómo actuar en esa situación.

Maldición, ¿quiénes fueron los idiotas que le enseñaron a Steve este lugar?, ¿y por qué tenía que ser precisamente el prostíbulo donde él trabaja?

Luego de unos minutos, Tony recobró la compostura, y suspiró caminando hasta su sofá, dejando caer su cuerpo en el frío cuero. Cerró los ojos, escuchando la música fuera de su camerino, lo cotidiano.

El sonido de la puerta lo hizo entrar en pánico, y quiso cubrir su rostro rápidamente con sus manos.

—¿Tony?

Al oír esa voz, suspiró aliviado, quitando sus manos de su rostro. Se levantó del sofá y cerró inmediatamente la puerta con seguro.

—Mierda, Loki, casi me matas de un maldito infarto.

—Hey, háblame con amor.

Regañó el pelinegro. Tony sonrió un poco y ambos se sentaron en el sofá.

—Lo siento, cuernitos.

Un apodo de cariño porque Loki, su colega, estaba en el baile erótico de personajes históricos, y usaba el traje y cuernos del personaje que representaba con el mismo nombre.

—Bueno, quizás te perdone. Pero no vine a verte por eso, ¿pasó algo?, ¿alguien te ha estado molestando?

Tony negó rápidamente con la cabeza, y mordió su labio inferior repetidas veces antes de mirar a su amigo a los ojos, y hacer una mueca.

—No, sólo estoy estresado.

—Te fuiste apenas terminó el baile, Tony.

El castaño se encogió de hombros mientras el pelinegro lo analizaba con atención.

El silencio entre ambos se rompió cuando tocaron la puerta desde fuera.

Poco común - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora