Capítulo 11

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Thiago

Estaba durmiendo, pero noté que alguien susurraba mi nombre, entonces abrí los ojos y la vi delante de mí.

—¿Qué pasó, rubia?—le pregunté y ella sé agachó

—Perdóname por despertarte, pero no puedo dormir y necesitaba hablar con alguien que me escuchará

—¿Y qué te hacía pensar que yo te escucharía?—le pregunté bromeando

—Porque siempre me escuchas. ¿Te importa si me tumbó delante de tí?

—No me importa, pero esto no será una excusa para dormir conmigo, ¿no?

—Sí que lo es y como menciones el tema, mañana no te despiertas—solté una carcajada y ella esbozó una sonrisa

Después le hice espacio para que sé pusiera delante de mí. Cuando sé tumbó le rodeé la cintura y la acerqué a mí.

—¿Qué me querías contar?—le pregunté en voz baja

—Sabes él otro día leí en un libro una frase que ahora entiendo su significado

—¿Qué decía esa frase?

—Decía que a veces la persona que más quieres es la que más daño te puede hacer

—Quizás lo que pasó tuvo que pasar para que te dieras cuenta de las personas que en realidad si te quieren

—Sabes este tiempo tuve muchas señales enfrente mío, pero no las quise ver y por eso el golpe más duro me lo tuve que dar hace unas horas.

—En la vida te vas a tener que caer muchas veces, pero te levantarás las veces que hagan falta

—¿Y eso se supone que me va a hacer más fuerte?

—Rubia, tú ya eres fuerte

—Es verdad, también te puedo dejar a tí en el suelo

—Y yo a tí en la piscina

Nos quedamos un rato en silencio hasta que yo interrumpí el silencio.

—¿Sabes por qué no tuviste un final feliz con Mateo?—le pregunté y se dio la vuelta para quedar cara a cara

—Porque no era el indicado—respondió

—Esa es una razón

—¿Y la otra?

—Rubia, tú eres como el fuego y por eso no necesitas a alguien a tu lado que te apague, lo que necesitas es a alguien que arda contigo

No lo pudo evitar y se le escapó una sonrisa, entonces le pasé sus dedos por su labio y cerró los ojos al instante.

—Eres jodidamente preciosa—susurré cerca de sus labios

—Thiago...—dijo con la voz entrecortada

—Dime

—El otro día en la piscina vi que tenías un tatuaje

—¿Entonces me estabas mirando?

—Solo te miré un segundo porque me intrigó ver que tenías un tatuaje

Sabía que mentía, esa no era la razón por la que se me quedó mirando, estaba muy seguro.

—¿Quieres que te lo enseñe?

—Sí

Me levanté la sudadera y le enseñé el tatuaje que tenía en la costilla.

<<Never give up>>

—¿Sabes lo que significa?—le pregunté y asintió

—Significa nunca te rindas

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora