Yo no leí nada

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Armando quería llorar de felicidad, sabía que ella lo amaba, pero el había pensado que ese sentimiento se había creado cuando comenzó a seducirla, pero resulta que ella estaba enamorada de él desde mucho tiempo antes, puso sus manos en las mejillas de ella y le depositó un pequeño beso en la comisura de sus labios.

-No sabe cuánto me alegra escucharla decir esas palabras Beatriz.- dijo el pelinegro.- Tengo que irme ya a almorzar con Calderón, pero nos vemos al rato ¿si?.-

-Si doctor, yo también tengo que ir a almorzar, salí de mi casa con el estómago vacío y estoy que me muero de hambre Ojojoj.- rió ella, era verdad lo que dijo, ella había salido de su casa sin probar bocado ya que su mamá no se había levantado y por ende no había echo el desayuno, pero ella tenía mucha prisa y no tenía tiempo como para hacer algo de comer.

-Ay mi Betty, no debería salir así, si se tarda un poco no hay problema, yo la entiendo, aparte yo se que usted se levantó tarde hoy porque yo la lleve a su casa a altas horas de la madrugada.- dijo con cara pícara.- Así que vaya a almorzar tranquila, nos vemos al rato picarona.-

Se acercó a ella, le dio un beso en la mejilla y le guiño el ojo antes de irse de la oficina, Armando salió de presidencia con una enorme sonrisa en su rostro, se sentía muy feliz, ya quería que anocheciera para poder llevarse a Beatriz a su departamento y demostrarle que la amaba de verdad, solo tendría que esperar unas cuantas horas, se dirigió al elevador donde lo esperaba Mario Calderón, entraron y se fueron al Le Noir.

Mientras tanto una Betty muy pero muy contenta giraba por toda su oficina, le llenaba de alegría saber que Armando estaba enamorado de ella desde hace mucho tiempo, dejó de girar de la nada porque se mareó, no porque estaba dando vueltas, si no porque se estaba muriendo de hambre, así que salió de su oficina y se dirigió para la puerta de presidencia, al salir vio que no estaban Sofía y Bertha, talvez el cuartel ya estaba en la recepción o en el Corrientazo.

Dirigió sus pasos hacia el elevador, pero de pronto vio a Sandra salir de la oficina de Calderón con una bolsa verde en sus manos, se veía que ella quería abrirla, con lo chismosa que era, cuando Betty se acercó a Sandra le preguntó porque no estaba con las demás.

-Ay Betty, es que don Mario me dijo que este paquete era para su jefe.- respondió Sandra entregándole la bolsa a Betty.

-¿Para don Armando?.- preguntó.

-Pues si mijita, ¿o acaso tiene otro jefe?, no verdad.- respondió Sandra con un tono sarcástico.

-Esta bien Sandra, llevaré esto a la oficina de don Armando y nos vamos a almorzar porque me muero de hambre.- dijo Betty.

-¡Espere Betty!.- gritó Sandra.- ¿Y si ve que hay adentro de la bolsa?, se ve muy misteriosa.- dijo la secretaria del vicepresidente comercial.

-No Sandra, eso no esta bien, ¿qué tal y don Armando me regaña?, no voy a arriesgar mi trabajo por entrometida.- respondió casi molesta.

-Pero Betty, ¿que tal y es algo malo?, puede que haya algo peligroso ahí dentro, además, usted es su asistente, debería revisar usted primero para asegurarse de que no haya algo extraño o incluso peligroso, ande mija.- insistió la secretaria, ni siquiera ella había entendido lo que había dicho, su jefe nunca le pondría algo malo a su mejor amigo en un paquete, pero ya no sabía que decir para que Betty revisara el paquete, se moría de la curiosidad, aunque lo que dijo fue muy absurdo, esas palabras no iban a convencer a Betty, pensó.

-Me va a meter en un problema, mejor lo voy a dejar de una vez para que nos vayamos a almorzar.- dijo Betty.

Pego una pequeña carreterita hacia presidencia y dejo el paquete en el escritorio de Armando, la verdad es que si tenía curiosidad de ver que había adentro,¿Y si Sandra tenía razón?, bueno, total, no estaba don Armando, se dijo para si misma.

¿La Carta? [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora