No sueltes mi mano, porfaplis.

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El espíritu navideño del lugar me alegra un poco el alma, no lo puedo negar. Estas fiestas siempre me recuerdan a papá porque se esforzaba porque todo saliera perfecto en familia. Cuando él murió mis navidades se volvieron un poco aburridas y luego del incidente, mamá tenía que luchar conmigo para que bajar a comer porque prefería quedarme en mi habitación leyendo. Desde que me mudé a la capital lo celebro en algún bar o con Manu y Sofi, pero este año estoy enojada con media humanidad así que estaré solita.

Por suerte, hoy —vísperas del veinticuatro— mi jefe me hizo venir a la editorial para entregarle los documentos con las últimas correcciones de mi parte de Concupiscencia. Luego de terminar con este libro tengo que iniciar los planes para irme de la editorial y eso será un proceso lento y doloroso, me imagino que quedará para año nuevo.

Los últimos días han estado bastante tranquilos en comparación a los anteriores a esos. Desde el momento en el que Pablo se fue de mi casa me di cuenta de que mi estabilidad emocional no podía depender de nadie, solo de mí. Por eso comencé a limpiar mi departamento. Los productos químicos puede que me hayan drogado porque debo confesar que esas fueron unas cinco horas muy placenteras. No pensaba en nada y quité tanta suciedad que incluso perdí una uña en el intento.

Lo único que no pude arreglar fue mi librero, pero hasta el vómito pegado en el suelo de mi cuarto salió. Cuando lo terminé todo, quité cada libro del estante y los puse en cajas que tenía de cerveza. Supongo que no haya trabajado ningún carpintero por las fechas, pero en cuanto sea primero de enero, iré a que me arreglen el mueble. En mi afán de que todo quedara arreglado no me limité solo a mi casa, sino ordenador, armario y caja de facturas. Las cosas jamás estuvieron tan organizadas en mi vida y eso me alegró. No pienso cambiar por una mala decisión que no que mía, pero limpiar me relajaba bastante.

A la mañana siguiente me encargue de mí por completo. Llevé a lavar la mitad de mi armario, hice ejercicios en el gym y por la tarde me fui a un salón de belleza. A mí me gusta cómo se me ve el cabello lacio y la chica que me atendió lo dejó así para mí. Me puse las uñas de acrílico, me hice una limpieza de cutis y arreglé las cejas. Salí siendo otra de aquel lugar. No voy a negar que me sentí bien posteando fotos en Instagram con mi nuevo look. No revisé mis redes sociales por días y cuando lo hice vi que varias personas andan ansiosas por el lanzamiento del libro. Yo también lo estoy ahora.

Con respecto a mi trabajo, me comuniqué con Dante y le expliqué mi situación —omitiendo detalles vergonzosos—, él es un sol de comprensivo e incluso se puso contento cuando le dije que ya para nuevo año pediría la baja de Flowers. Dante es un jefe muy comprensivo, de ese tipo de personas con las que vale la pena entablar un trabajo. Me deseó felices fiestas y comentó que para nuevo al retomarían las correcciones de mi historia. No veo la hora de que salga en físico.

Macbeth entendió el motivo por el que me fui y no me comuniqué con nadie. Eso fue extraño, pero luego Freddy me contó que Pablo había intervenido para librarme de los problemas. No le pedí que lo hiciera, pero ya que lo hizo se lo agradezco.  Con respecto a él las cosas han pasado a modo espectador. Me llama todas las mañanas y al principio no le contestaba, entonces cambió de horarios y, como creía que era mi alarma, terminaba por responderle.

Todavía no asimilo que tenga sentimientos por mí, de hecho, no me lo creo. Él es mi ángel de la guarda, el sujeto que pensé que sería el amor de mi vida hasta que me muriera y no pasó de ser un farsante más. En un comienzo me dolió bastante su actitud, la manera que tuvo de engañarme durante casi seis meses. Por su manera de actuar ahora pareciera que le interesa aproximarse a mí. No puedo deducir cuánto de verdad hay en eso y, aunque se esfuerza por mandarme mensajes bonitos las palabras suyas me metieron en este embrollo.

ConcupiscenciaWhere stories live. Discover now