Capítulo 44 - El juicio

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EVELYN

Suspiro y trato de separarme pero Damiano no me suelta.

- Yo tampoco quiero irme, pero tengo que hacerlo. - Entierra la cabeza más aún en mi hombro.

- Sólo dos minutos más, por favor. - Yo también apoyo la cabeza en su hombro, enamorada perdida.

- Eso dijiste hace dos minutos. - Susurro, pero mis palabras se pierden en el aire y nos tiramos otros dos minutos así, abrazados, frente al portal de mi antiguo piso.

Is it fear?
Don't you feel my heart go?
Every time you whisper in my ear.

Nos movemos de un lado a otro, como patos, al ritmo de la canción.

El cachito de "Tissues" de Yungblud, artista que me descubrió mi magnífico novio, termina cuando cuelgan.

Después empieza a sonar mi móvil.

- Seguramente serán los chicos - Damiano gruñe pero no me suelta -. Tenemos que contestarles. - Bufa una vez más y me suelta.

Sin separarme mucho, rebusco en mi bolso y saco el móvil.

- ¿Eve? ¿Eve dónde te has metido? - Pregunta Amy. - Val está tan nerviosa que podría estallar. No quiero recoger sus pedazos.

- Pero si aún queda una hora para que nos citen.

- Lo sé. Val es la que se ha empeñado en estar una hora antes aquí. Sebas está tratando de calmarla, pero no creo que podamos con ella los dos solos. - Echaba de menos los ataques nerviosos de Val.

Aunque, la verdad, no son nada comparados con Sandra y sus hormonas de embarazada.

- Estaré allí en veinte minutos. - Colgamos y después de guardar el móvil miro a Damiano.

- ¿Veinte minutos? Eso significa que me dejas ya. - El peso de la realidad tira de mí y lo único que puedo hacer es volver a abrazarlo, como si me hundiera y fuera lo único que pudiera mantenerme a flote.

- Ojalá pudiera quedarme.

- Bueno, vas a luchar por tu futuro. Me parece la mejor excusa para marcharte. Y no es una despedida. Es un hasta luego. - No termino de creer sus palabras. Al fin y al cabo, es Alberto a quien me enfrento. Nunca sé que puede hacer. - Eh, no voy a dejar que sea un adiós. Ninguno vamos a hacerlo, ¿sí? - Ya, anoche me prometió que incluso si acababa en la cárcel, vendría a visitarme. 

Me lo dijo de broma, como si no fuese una posibilidad, aunque en el fondo lo hacía en serio.

Pero tiene razón. No es un adiós, es un hasta luego. Voy a decirle hasta luego. No adiós.

Asiento y compartimos un beso, como todos, como ninguno.

- Hasta luego, idiota. - Digo, dando un paso y luego otro y otro, hasta llegar al coche.

Abro la puerta y lo miro. No se ha movido en todo ese trayecto, sino que se ha quedado allí parado, dudoso. Como si se estuviera replanteando algo.

En el último segundo levanta la vista y grita. Pensaba que sería un hasta luego.

- Te quiero, Evelyn.

Ojalá pudiera ver a mis "yos" del pasado. A la niña que siempre andaba riendo, a la adolescente rebelde, a la joven adulta ilusionada por el futuro y también a la borracha que terminó con un ex y un accidente. Las reuniría y les diría que no se preocupasen. Que soy una persona increíble y que he conocido a una persona increíble.

Les diría que él es quien me ha dado un motivo para ser valiente.

Que soy feliz y tengo al mejor novio del mundo.

Tenemos un añoWhere stories live. Discover now