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Carina entró a la oficina del emperador con algo de nervios.

—Quiero ver a los cachorros, bella. ¿Donde están? —pidió tímidamente. Maya dejó de escribir y miro a su esposa.

—Hay algo que debo decirte…

—Después, yo quiero ver a los cachorros. Deben de estar muy asustados y tristes por mi culpa. —dijo.

La alfa tomó la mano de la omega y la llevó al jardín, caminaron durante unos minutos antes de llegar a donde estaban los cachorros jugando con tres omegas, pero para sorpresa de Carina solo había cinco cachorros. Volteo a ver a su esposa en busca de una explicación.

—¿Y los demás? ¿Donde están los demás cachorros? —cuestionó. Maya soltó un pequeño suspiro.

—Cuando fuimos al reino teníamos planeado capturar a los cachorros antes de empezar todo, pero no había ningún cachorro en las calles… un guardia le pregunto a un pueblerino y le dijo que Owen había mandado a matar a todos los cachorros solo porque él no podía tener un heredero. —sujetó la mano de su esposa con fuerza al ver como en el rostro de Carina había una expresión de pánico. -—Esos cachorros los escontramos en los sótanos de algunas casas… al parecer sus padres los ocultaron de Hunt ya qué eran los únicos que encontramos… aún así, están muy delgados debido a la falta de alimento. —Carina soltó un leve sollozo antes de abrazar a su alfa, se sentía muy mal. —Cuando entramos al castillo… había miles de cuerpos de cachorros en el calabozo.

—Hunt también quería matar a nuestro cachorro. —Maya se aferró al cuerpo de su esposa.

—Tranquila, cariño. Hunt no te hará daño ni a ti ni al cachorro ¿entiendes? —la omega asintió antes de separarse de la alfa y limpiar sus propias lágrimas.

—Dile a la cocinera que haga muchos roles de canela y también dile a Vic que venga aquí al jardín, por favor.

—¿Esta vez no me vas a sujetar de mi traje? — se mofo a ver la expresión de vergüenza de su omega.

—Esa vez fue porque tenía miedo y pánico… y tu solo hacías preguntas tontas. —se justificó de aquel momento en la fiestas del emperador. Maya rió antes de hablar.

—Me gusta que me des ordenes. —dijo de una manera coqueta, acercándose al rostro de la castaña, oliendo el dulce aroma a fresas con ese toque de leche.

—Basta… haz lo que te pedí, por favor. —pidió avergonzada.

—De acuerdo, emperatriz. —tomó la mano de la castaña y la besó con delicadeza antes de irse.

Carina soltó un leve suspiro antes de acercarse a donde estaban los cinco cachorros muy felices jugando. Se acercó con timidez y tomó asiento en el césped cuando estuvo muy cerca de ellos. Las omegas hicieron una leve reverencia y se retiraron al ver la seña que les hizo la emperatriz.

—Hola, cachorros… —saludó. Los pequeños se acercaron a la omega con una gran sonrisa.

—Wow, usted es muy bonita. —habló unos de ellos. Carina rió.

—¿En serio crees que soy bonita? —cuestionó y los cachorros asintieron de inmediato con una sonrisa en sus labios.

—¿Quien es usted? —preguntó una niña.

—Bueno… soy la omega del emperador Bishop, ¿la conocen? —uno de los cachorros asintió.

—¡Es la alfa más temida! Dicen que es muy mala. ¿Usted también es mala?

—Oh… bueno… —Carina no sabía que responder, no podía decir que era buena, no cuando ordenó destruir su reino. —No soy buena ni mala.

—¿Ha comido muchas golosinas? —cuestionó un niño más pequeño que los demás.

—Eh… no ¿por qué? —preguntó y el cachorro apuntó la panza de la omega.

—Tiene un estómago grande. —Carina soltó una risita.

—No son golosinas, aquí hay un cachorrito.

—¿Se lo comió?

—No, para nada. —habló nerviosa, no quería asustar a los pequeños. Un cachorro recordó a la omega frente suyo.

—¡A usted le pegaban! ¿Por qué le pegaba en las calles?

—El rey no me quería, supongo… —respondió apenada.

—¿El rey Hunt también le hizo mucho daño? —Carina asintió.

—A nosotros también nos empezó a tratar mal, por eso nuestros papás nos escondieron ¿verdad? —miró a su hermana asentir. Carina se sintió muy mal.

—¿Por qué no jugamos? ¿Saben jugar al escondite? —los cachorros asintieron con una sonrisa mientras miraban a la omega frente suyo.

Carina estuvo un buen rato con ellos jugando, estaba claro que no corrió ni jugó nada brusco debido a su embarazo. Vic minutos después se unió a ellos y empezaron a jugar con una pelota, después comieron roles de canela mientras Carina les contaba un cuento.

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—Necesitan a una madre, una familia… —habló en voz baja Carina mientras Maya acariciaba su cabello. —¡Ya sé! —la rubia se sentó correctamente en la cama mientras miraba a su esposa.

—¿Que piensas hacer? —cuestionó con curiosidad.

—Hay omegas infertiles que desean ser madres y como aquí no hay un orfanato… podemos hacer que los adopten. —respondió. Maya lo pensó un poco.

—Cierto… la omega de Jack es infertil y no han podido adoptar un cachorro, les puedo decir si quieren adoptar a uno.

—Les buscaré una buena familia, una con mucho amor. —la alfa besó la mejilla de la castaña mientras intentaba quitarle su pijama, Carina le dio un pequeño golpe en su cabeza. —Alfa sucia…

—Lo siento, es que siempre que te veo quiero ver tu vientre. —Carina miró a la alfa.

—Esa no es excusa. —la omega vio como Maya hacia un puchero así que se quitó su camisón, dejando a simple vista su vientre abultado.

—Carina, tus pechos han crecido. —dio un leve apretón a uno de los pechos de la omega y soltó un leve gemido.

—Es porque están produciendo leche para el cachorro… —soltó un leve jadeo.

Maya dejó un besó en el vientre abultado de la castaña antes de ayudarla a ponerse nuevamente el camisón.

—Te amo mucho, Carina.

—No me digas Carina, siento que estas enojada. —hizo un pequeño puchero. Maya soltó una pequeña risa.

—Te amo mucho, cariño. —Carina unió sus labios con de la mayor en un beso dulce y lento.

—Yo te amo más alfa. —dijo cuando se separó del beso.

La Omega del Emperador Bishop (MARINA). Where stories live. Discover now