Geminus [Stray Kids]

XXIII

Christopher tenía un mal presentimiento durante el día.

No ocurría nada extraño, pero esto mismo disparaba las alarmas del Ausraliano.

Minho fingia prestar atención a la clase, garabateando en una esquina de la hoja para que creyeran que copiaba el contenido de la pizarra.

—¿Ocurre algo? —Le preguntó Chris al oído, llamando su atención.

Minho lo miró a los ojos y suspiró.

Minho se sentía muy extraño ese día, creía haber tenido un sueño muy extraño en la noche, pero no recordaba muy bien.

De la misma manera, tampoco recordaba la mañana de ese día, como si esos minutos hubieran sido borrados o hubiera despertado ya en el salón de clases.

—Me siento un poco mal —Respondió recostando su barbilla en su mano para seguir con los garabatos— Me duele la cabeza y casi no siento el cuerpo.

—¿Quieres que te lleve a la enfermería?

Minho lo pensó seriamente, recordando la última vez que lo había acompañado a ese lugar.

No quería lastimarlo de nuevo.

—Puedo ir yo solo.

—¿Estás loco? —Chris lo miraba serio— ¿Y si te ocurre algo? Prometí que no te dejaría solo.

Minho bajó la mirada.

—Estoy bien, solo que esta clase es aburrida.

Chris negó con la cabeza y siguió copiando la clase.

Sabía que Minho no estaba bien, pero no insistiría, el chico de todas formas no le diría nada para no preocuparlo.

Pronto tendrían una hora libre. Aprovecharía ese tiempo para hablar con el chico.

Mientras el resto de los estudiantes salían del aula, Minho seguía guardando sus cuadernos en su mochila, tratando de ganar tiempo para quedarse a solas con su novio.

Chris notó sus intenciones, quedándose a su lado todo el rato sin apresurarlo.

Una vez se quedaron solos en el aula, Minho giró en dirección a Chris.

—¿Estás bien? —Preguntó Chris.

—Algo así... No lo sé —Respondió Minho— Hay una especie de recuerdo que ha estado recorriendo mi mente desde hace un rato. Creo que fue un sueño, pero no puedo recordarlo del todo y eso me causa dolor de cabeza.

—¿Y que ocurría en ese sueño?

Las orejas de Minho delataron lo avergonzado que se sentía al respecto.

Esto le dió un poco de curiosidad a Chris, colocando una mano en su mejilla para mirarlo a los ojos.

Sus ojos grandes de color avellana estaban igual que siempre, por lo que Chris supo que podía confiar en él.